© Manel Aljama 1978 manipulada electronicamente |
Roberto se sentía muy contento, lleno de alegría, pletórico. No podía contener tanta euforia que él desprendía. Ya no sentía ese malestar que le atormentaba tan a menudo. Desde hacía unos años había encontrado la manera de combatir el dolor. Desde que se jubiló se le habían acumulado los achaques. Pero gracias a las medicinas podía tirar para adelante. Su ánimo cambiaba según hiciese sol o encontrase el cielo tapado por las nubes. Muchas noches solía desvelarse malhumorado. Pero por suerte siempre tenía la farmacopea en pastillas, píldoras, grageas, jarabe o en polvo. Últimamente había añadido a su dieta vino barato que compraba en el supermercado cuando de tanto en tanto disponía de algunas monedas que la gente le tiraba. Decía que el alcohol le ayudaba a diluir la ponzoña que le producían los medicamentos. Se había metido más polvo del habitual, como para saciarse la ansiedad, y, flotando en su felicidad, se echó un trago más. Dio un paso. Titubeó o quizá se tambaleó. De repente vio a lo lejos una luz que parecía acercarse. El entusiasmo le hizo ver que era el momento. Sí, lo mejor sería salir al su encuentro. Siguió la raya de polvo blanco que le trazaba el sendero desde y hacia la luminosidad. Avanzó con gestos de autómata. Como si hubiese recibido una llamada que no podía dejar de atender. La claridad se iba haciendo más y más grande a medida que se adentraba en ella. Estaba como embriagado por el fulgor que llenaba todo su campo visual. Ya casi la tocaba, sentía una alegría inmensa. Le pareció ver dos fuentes de luz en vez de una. Lo achacó al efecto de tanta medicina. El resplandor se hacia más y más grande. Dudó por un instante. Finalmente se decidió:
—¡Voy hacia la luz!, ¡soy una estrella!, ¡soy la luz!
Se fundió como un destello. No escuchó nada. No sintió dolor alguno.
Los boletines de noticias de las emisoras de radio y los teletipos de las agencias de prensa reflejaron una noticia como de tantas: “El famoso futbolista retirado Roberto do Santos, más conocido como Robertinho ha fallecido a causa de las heridas provocadas por el automóvil que le atropelló esta madrugada. El vehículo se dio a la fuga. Desde que se retiró del fútbol, ya completamente arruinado por su adicción a las drogas y el alcohol, no se había vuelto a saber nada de él. No obstante las autoridades han dicho que le será practicada la autopsia para determinar las causas reales de su muerte.”
—¡Voy hacia la luz!, ¡soy una estrella!, ¡soy la luz!
Se fundió como un destello. No escuchó nada. No sintió dolor alguno.
Los boletines de noticias de las emisoras de radio y los teletipos de las agencias de prensa reflejaron una noticia como de tantas: “El famoso futbolista retirado Roberto do Santos, más conocido como Robertinho ha fallecido a causa de las heridas provocadas por el automóvil que le atropelló esta madrugada. El vehículo se dio a la fuga. Desde que se retiró del fútbol, ya completamente arruinado por su adicción a las drogas y el alcohol, no se había vuelto a saber nada de él. No obstante las autoridades han dicho que le será practicada la autopsia para determinar las causas reales de su muerte.”
© Manel Aljama, (maljama) diciembre de 2008
Posiblemente el pobre encontró el final del túnel en el que había convertido su vida, y aunque el final fue trágico e injusto, voló y se sintió especial como hacía tiempo que no se sentía. Pobres personajes éstos que no pueden asimilar el fin de una vida de éxitos, y desean de esta forma poner fin voluntario a la misma, dejándose arrastrar por vicios y depresiones.
ResponderEliminarBesos.
Carmen
Curioso cómo el mundo nos habla. Hoy hablabamos de futbol con mis primos, como no, y salió el tema de los grandes, de las estrellas caidas. Tal vez el problema no sea que caigan, el problema es que nunca deberían haber estado allí arriba. Su triunfo es fictício, pero a pesar de eso, ganan la gloria con mucha facilidad.
ResponderEliminarBesotes, majete y gracias por tus palabras.
Entrellat
Carmen ya he "apagado" la luz. Con tanta luminosidad en tan poco texto no quedaba muy bien aunque fuese mi propósito cegar al lector. Gracias a tus recomendaciones he pulido un pelín el texto.
ResponderEliminarBesos
Interesante y curioso escrito.
ResponderEliminarDespués de tanta luz le vino la oscuridad a tu protagonista agobiado de achaques producidos por la edad, supongo.
Y encontró la paz y la luz con la muerte atosigado con las drogas y el alcohol…
Sabes? Es algo reflexivo tu texto, porque pienso que no sólo las grandes estrellas pasan por esto…y que la jubilación en ves de ser jubilosa…es un desastre.
besitos
soni
Un chiste decía: "¿Sabes qué es lo último que pasa por la cabeza de un mosquito al estrellarse contra el parabrisas de un automóbil? El culo."
ResponderEliminarCuando no se digiere bien el éxito y se cometen errores irreversibles,se puede llegar a eso; buscar la luz desesperadamente, salir de la oscuridad a la que les lleva una vida anónima. Algunos no están preparados para haber llegado tan alto, luego la caida puede serles mortal.
Soni, Andrés: Muy acertados vuestros comentarios. Leí una vez, hace unos años, en un boletín que editaba a modo de "fanzine" una modesta librería, que no era el libro sino la lectura lo que estaba amenzado.
ResponderEliminarSin vuestra lectura este blog no sería posible.
De nada Manel, y ya metidos en harina déjame que haga otro de mis chistes: ¿Recuerdas a uno parecido al personaje de tu relato que se llamaba Ciego Tomando Metadona?
ResponderEliminar...¡Si es que hay cada uno...!
Final lógico y no por trágico menos apetecible. Las drogas y el alcohol como conductores de una muy verosímil historia en la que, además, quizá la fama, el lujo y el dinero tengan algo que ver.
ResponderEliminarBicos.
Lo importante de la muerte es como uno la ve y no como realmente nos lleva. Muy buen relato. Besos.
ResponderEliminarP.D.: al fin he podido dedicarme a tu blog. Estoy encantada con lo que publicas.