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jueves, 23 de noviembre de 2023

Dale café, mucho café - 15 años

 

(c) Foto Barranco de Víznar - F.Juan-A.-Martín-Jaimez

 

SUS CAPTORES, ocultos detrás de gafas oscuras, presenciaron el abrazo hieráticos y en silencio. Cumplían órdenes. Luís le prometió que todo se aclararía, que lo soltarían si no existía ninguna denuncia en su contra.

—Federico, tú no has hecho nada malo  —le decía mientras por dentro lamentaba que no hubiese hecho caso al embajador de México.

El coche negro se alejó con presteza de aquel sitio. En el trayecto hacia La Colonia, Federico, con mirada perdida y pensamientos asustados se repetía: "¡qué error! ¡qué inmenso error!".

A solas Luis pensaba: “¡Pobre Federico! ¡Ni Dios te salva!”

En un sucio y desordenado despacho del Gobierno Civil, José Valdés Guzmán, su ocupante, hablaba por teléfono:

—Ya lo tenemos. Ha sido fácil. Muy fácil. El pájaro se refugió en casa de Luis...  ¡No hay problema Luís es de los nuestros!

—A sus órdenes. ¡Le daremos café, mucho café! ¡No esperaremos a que amanezca!

En el patio de La Colonia se hacinaban cientos de hombres.  Unos dormitaban mientras los otros tenían los ojos abiertos de espanto. Se oyeron pasos de botas caladas que se acercaban. Era una cuadrilla.

—A ver, ¡que se incorporen! Dióscoro Galindo, Francisco Galadí y Joaquín Arcollas.

Nadie musitaba ni un silbido. Parecía que la respiración era un quejido. Había poca luz.

—¿Están todos? —preguntó la misma voz.

—Falta este  —respondió el otro señalando al poeta.

Todavía no había empezado a clarear el día 19 de agosto de 1936. Abandonaron el lugar en el mismo vehículo, hacia el norte, hacia la Sierra de la Alfaguara.  El Buick se detuvo en un descampado a las afueras de Granada. Les hicieron bajar. Sonaron los disparos de pistola con los olivos por testigo. La retama, el tomillo y el romero hicieron de mortaja a los cuerpos. Las azucenas no brillaron ese día y los petirrojos espantados no salieron con el sol dejando a los cuervos hacer de las suyas desde entonces. Ni brisa soplaba.

—Misión cumplida. ¡Pues estos, ni vizneros ni alfacareños!  ¡Enterradlos bien!

©  Manel Aljama (noviembre de 2009)
Escriptor, Editor, Podcaster, Creador de Continguts i Formador de Tecnologies

© Foto Barranco de Víznar - F.Juan-A.-Martín-Jaimez Web Universo Lorca

Relato incluido en el libro Los Relatos del Búho" disponible en tapa blanda y en formato Kindle

Clica para para adquirirlo en papel

Clica para adquirir la vesión Kindle 

Pàgina autor Manel Aljama en Amazon https://www.amazon.es/~/e/B00CCNIZS2

Otra publicación en este bloc: https://manelaljama.blogspot.com/2009/11/dale-cafe-mucho-cafe.html

martes, 1 de abril de 2014

Tertúlies a la Romana: Medicina Femenina a l'Antiguitat.


Segunda sesión de Tertúlies a la Romana, promovidas por la asociación Arrraona Romana y que se realizan en La Sandvitxeria SBD de Sabadell. En esta ocasión la ponencia corría a cargo de Montse Garriga (en la foto).

En la edición anterior el ponente fue Manel Aljama y el tema: El cristianismo, invento romano. Ambas ponencias estarán publicadas en el bloc oficial de Arraona Romana. 

El grupo al completo:



Cartel:

jueves, 23 de enero de 2014

Tertúlies a la Romana: Roma i el Cristianisme


Gracias a la amable invitación de la asociación cultural Arraona Romana y a la hospitalidad de La Sandvitxeria SBD (que abrió en su día festivo),  el escritor de Sabadell, Manel Aljama, pudo exponer la teoría asentada y documentada: "El cristianismo, invento romano".  Así, se dio paso a un interesante coloquio no lleno de polémicas.  Manel Aljama, sostiene como otros estudiosos entre los que hay teólogos y ex-sacerdotes de la talla de Llogari Pujol que el Cristianismo, Jesús y San Pablo son literatura del siglo I confeccionada por los romanos para someter a los judíos.  El escritor eludió la respuesta cuando se le preguntó sobre si iba a escribir una novela con todo el material expuesto.

En breve, en la web de Arraona Romana estará disponible un artículo resumen sobre la tertulia.

Para saber más:  http://arraonaromana.blogspot.com.es/2014/01/tertulies-la-romana-roma-i-el.html
Foto: El escritor Manel Aljama en plena exposición.

jueves, 12 de septiembre de 2013

La vía Báltica


(Foto cedida por Wikipedia: http://en.wikipedia.org/wiki/Baltic_Way)
La Vía Báltica fue la primera cadena humana documentada que se hizo en 1989 en lo que hoy son estados libres e indpendientes de la entonces Unión Soviética. Se la jugaron, pero hicieron historia.

Soy hijo de emigrantes andaluces.   Desde pequeño me enseñaron a odiar a Cataluña y a los catalanes. Pero llegó un momento en que pude ver toda la mentira que había detrás de aquello. Y por suerte, no todo el que llega a Catalunya secunda esa vergonzosa infamia histórica. 

Cataluña nunca se unió a España con los Reyes Católicos. Con los Austrias, conservó su parlamento y sus propias normas. Catalunya es un territorio ocupado gracias al precio (Gibraltar) que pagó España a Inglaterra por dejar de apoyar a Cataluña. Está en los libros por si alguien quiere verlo por sí mismo. En aquel "negocio", Portugal salvó su independencia de España. Esto lo recordó como chiste (triste) un tal Peces Barba, parece ser, "padre" de una Constitución.
Lo que es verdad es que el Imperio Español, a diferencia del Inglés, nunca ha tenido una buena diplomacia, ni tampoco, soluciones válidas para negociar con sus territorios. Ejemplo: es suficiente con mirar America Latina pues allí no había identidad, eran descendientes de Españoles que ocupaban un territorio y que decidieron desvincularse de la metrópoli. ¿Y entonces, Cataluña, con un parlmento y leyes propias, anteriores a las Castellanas, cuyos dominios se extendieron hasta Sicilia, no tiene su razón de ser?

Antonio Machado:
"Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora."


Y a pesar de todo, Catalunya ha sido fiel a España: el general Prim, carne de cañón en la guerra de Cuba, el apoyo de la oligarquía financiera catalana a Franco durante la Guera Civil...

Sin embargo, tantos esfuerzos y tanta ignominia sólo han servido para obtener un Estatuto de descentralización administrativa que convierte a una nación en un territorio expoliado y empobrecido para costear los dèficits de los otros territorios. No tengo nada contra ellos y son ricos, sólo que tienen "su" riqueza mal repartida. La "riqueza catalana" no está en un banco (porque dinero no hay), está en la iniciativa de sus gentes y se ha hecho a base de asumir riesgos.

¿Vivimos en democracia?  Parece que no. Si uno, dos o tres, 400.000 como miente un periódico o un millón quieren hacer una consulta, lo ÚLTIMO que un demócrata puede decir es "impediré que se haga", romperé las urnas". Y esto y cosas peores, se han dicho. ¡Qué doble rasero de medir, si el 1,6 millones fuesen votos de un partido!

Por suerte, en Europa ya saben distinguir a los unos de los otros. Yo estuve y éramos muchos, no cabíamos. Se habían superado las previsiones. Me siento orgulloso de haber participado y de hacer historia.  Catalunya es un pueblo pacífico, acogedor, un pueblo cuya danza se hace dándose las manos, que hace castillos humanos con el esfuerzo de todos. Queremos ser y no nos dejan ser. Por suerte, el mundo lo sabe esta vez y la injusticia histórica, será reparada. No queremos destruir España, queremos que no destruyan Catalunya.



Manel Aljama (12 de septiembre de 2013)

miércoles, 8 de agosto de 2012

Barcino, el templo romano


Detalle de las columnas que formaron parte del templo romano de Barcino. Durante siglos y hasta principios del XIX formaron parte de las edificaciones.  Hoy día se puede visitar en el patio interior del Centre Excursionista de Catalunya.

Detalle del capitel:


En otros lugares los templos tuvieron más suerte, por ejemplo en Vic.   Puedes consultar en este blog el artículo El templo romano de Vic del que aquí puedes ver una foto:


La capital entonces era Tarraco i de Barcino no tenemos mucha literatura. Existe una excelente novela histórica del mismo título de la escritora Maria Carme Roca: http://elviatgerdeleslletres.blogspot.com.es/2012/04/barcino-de-maria-carme-roca.html

Son un testimonio de un pasado de cultura y esplendor del que todos deberíamos estar plenamente orgullosos.

© Texto y fotografías Manel Aljama (julio-agosto 2012)

sábado, 4 de agosto de 2012

el viatger de les lletres: Empúries, única ciutat grega de la Península

Rescato este texto en catalàn que se entiende con facilidad si vienes de una lengua latina y si no, en este blog hay un botón traductor:

el viatger de les lletres: Empúries, única ciutat grega de la Península: L'any 575 aC van arribar els primers pobladors grecs. Eren de Focea, en la costa d'Àsia Menor (avui Turquia).  La primera ciutat que van...

lunes, 12 de marzo de 2012

Empúries única ciudad griega de la Península


En el 575 a.C llegaron a la península los primeros pobladores griegos. Venían de Focea, en la costa de Asia Menor (hoy Turquía). Fundaron primero Massalia (Marsella), se cree que después Rhodes (Rosas) -aunque de este enclave no se ha descubierto nada-, y Emporion (Empúries) un poco más abajo de Rosas y cuya palabra en griego significa mercado. No fueron colonizadores pues en seguida se entendieron con los pueblos íberos de los alrededores (indiketas). Se recomienda la visita a unos de los principales yacimientos íberos, el poblado de Ullastret. 

Posteriormente llegaron los romanos y la ciduad creció y se convirtió en un enclave muy importante de Hispania (con capital en Tarraco, la actual Tarragona).

Tanto Empúries como Ullastret ofrecen visitas guiadas y teatralizadas que son de gran interés didáctico.

Es de vital importancia porque és la única ciudad griega conservada en la Península Ibérica. Las excavaciones empezaron en 1908.

Estatua de la divinidad griega Asclepi (adoptada por los romanos como Esculapi):


Se recomienda visitar el museo en ambos sitios, Empúries y Ullastret.
Más información en http://es.wikipedia.org/wiki/Ampurias

© Manel Aljama (marzo 2012)
© Foto Manel Aljama (septiembre 2011)

viernes, 9 de marzo de 2012

El temple romà de Vic (templo romano de Vic)


El templo romano de Vic es del siglo II. Posteriormente, se hizo un castillo (El castell de Montcada), utilizando sus muros para el patio. Más tarde fue una prisión.  En 1882 se derribó todo lo que impedía verlo y quedó al descubierto esta maravilla romana.  Es todo un lujo vivir cerca de restos romanos como son fuentes de agua hiriviendo (Aqua Caldae), un impresionante teatro romano como el de Tarraco (Tarragona) y ciudades que también han sido griegas (Empòrion, Empúries).

Restos del antiguo Palau dels Montcada  (Palacio de Montcada):


Vista del pórtico y el frontal restaurados. Aún se conserva un capital original de estilo corintio:


© Manel Aljama (març 2012)
© Fotos Manel Aljama

lunes, 15 de agosto de 2011

El enigma Poupardin

Fuente Internet Museo del Louvre aprox 1911

Se cumplen 100 años y hace unos meses colgué este cuento. Quizá la historia real fue así...

El inspector jefe de la Policía de París, Gerard Poupardin estaba plenamente satisfecho recibiendo los felicitaciones de los presentes en la fiesta que casi podía decirse que era en su honor. Se había reabierto el Salón Carré del Museo del Louvre, el que dedicaba a la pintura italiana del siglo XVI. En esta ocasión estaba engalanado con cintas con los colores de la bandera de la “republique”. Recibió no sólo elogios por parte del prefecto de policía sino también del mismísimo Armand Fallières el presidente de la “Troisième République” pues el caso se había convertido en un tema de estado.
Los operarios de limpieza también estaban invitados a la fiesta y además habían sido condecorados. Aprovecharon la ocasión para sustituir el vino malo de sus habituales borracheras por el exquisito champagne de la celebración. Había el doble de vigilancia de un día normal quizá no por el cuadro que había vuelto entero al museo sino tal vez por la presencia de diputados y cargos públicos temerosos de dejarse ver en público sin ninguna protección. Todo eran halagos para Gerard Poupardin. Se le equiparaba a héroe nacional pues había devuelto la “Mona Lisa” intacta y había detenido a Vincenzo Perugia, el principal sospechoso del robo. En todos los corrillos se contaban anécdotas del eficaz trabajo del inspector, de su astucia en dar con el paradero de los malhechores y de cómo detuvo a la banda.
—¿Y cómo sabe usted que el detenido no es el fanático italiano y pintor de brocha gorda que dice ser, sino un hombre de paja al servicio de un afamado falsificador como se rumorea? ¿Qué hacía un hombre como él en poder de una lista con los siete mayores compradores de obras de arte robadas? ¡Gerard! ¿Cómo puede demostrar que en todo este tiempo el falsificador no pudo hacer hasta siete copias, quizá más, del original y habernos devuelto una falsificación junto con el desgraciado de Perugia?
—¿Y cómo puede probar todo eso? No es más que un rumor. Yo quizá no pueda probar con total exactitud lo mío pero usted Gaston, tampoco lo suyo. No me estropee la fiesta por favor. Brindemos por el nuevo año 1912.

© Manel Aljama (mayo 2009)
Publicada con anterioridad el 20 de mayo de 2009: http://manelaljama.blogspot.com/2009/05/el-enigma-poupardin.html

lunes, 1 de noviembre de 2010

Menos tu vientre de Miguel Hernández




Menos tu vientre,
todo es confuso.
Menos tu vientre,
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.
Menos tu vientre,
todo es oculto.
Menos tu vientre,
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.
Menos tu vientre,
todo es oscuro.
Menos tu vientre
claro y profundo.


Casi se me pasa hacer una modesta contribución a Miguel Hernández. Suerte que Amelia me lo hizo recordar: http://azulmareterno.blogspot.com/2010/10/homenaje-miguel-hernandez-dos-poemas.html. Aquí he deajdo "Menos tu vientre" publicada en el Cancionero y romancero de ausencias" (1938-1941) y conocida gracias a Serrat.

© Manel Aljama (noviembre 2010)

miércoles, 21 de abril de 2010

Carta de Alice


La anciana hablaba mientras dormitaba o puede que dormitase mientras hablaba.  La nieta permanecía inmóvil. No estaba muy segura de lo que acababa de oír. Su abuela se había expresado con la voz baja, musitando.  “Esperaré a que se duerma para siempre”, decidió la muchacha mientras se sentaba en una butaca. La habitación era acogedora aunque sin lujos. La luz era tenue. Aquel caserón en Kent era modesto, a pesar de que con las rentas obtenidas por la venta de la mansión londinense y la subasta del manuscrito, la mujer podía haber adquirido algo mejor.  Quizá si no hubiese perdido dos hijos en la guerra se hubiese dado más lujos. Eso era lo que pensaba la nieta mientras vigilaba si la octogenaria respiraba todavía.

En cuanto exhaló su último hálito la heredera subió a la buhardilla. Levantó la tapa de un baúl. Apartó algunos vestidos y allí estaba, una lata metálica que podría haber contenido galletas. La abrió con cuidado.  Era el pequeño tesoro que sólo ella conocía de boca de la difunta. Allí estaban intactas las cartas no enviadas de su abuela. Sintió un escalofrío. Pudo más la curiosidad. Acercó sus dedos temblorosos con cuidado, tenía miedo que no fuese a estropear aquella reliquia. Eligió una hoja al azar, la primera. Se puso a leer en voz baja:

“Querido Charles:
No sé cómo empezar y tampoco dónde estás tú ahora. Espero que te encuentres bien. Me gustaría que pudieses leer esta carta, pero Dios, tú y yo sabemos que eso es imposible. Hace ya más de cuarenta años que dedidimos no volver a hablar. Pero hoy noto que pronto llegará mi hora. Sí, y tal vez quién sabe si nos volveremos a ver. Al otro lado del espejo. Como tú escribiste.
Aún recuerdo la primera vez. Era un mes de abril...  lo recuerdo con claridad, pero no es un recuerdo mío. Es lo que mis padres me explicaron. Sí, fue un día 25 y del año 1856. Charles, ¡tenía cuatro años! Yo sólo me acuerdo de tu mirada cautivadora. De tus labios y de tu poder de atracción. Hasta entonces no había más hombre en mi vida que mi padre. Tenía cuatro años, Charles. ¿Te das cuenta Charles?  ¡Qué joven que era y que pronto descubrí el amor!  Bueno yo no sabía tampoco entonces qué era eso. ¿Por qué dejaste de escribirme?  Yo creía que me amabas. Pero yo era muy joven. Era muy niña. No sabes cuánto odié aquél maldito manuscrito. Yo era tu hada, dijiste.  Luego me casé. ¿Sabes? Y tuve tres hijos y los perdí a todos.  Pero siempre seguí pensando en ti. Ahora siento que es mi hora y sólo puedo decirte, una cosa que tú supiste desde el principio.
Tuya siempre Alice Liddell”


La muchacha devolvió el papel a la lata. La cerró y la envolvió en un trozo de tela. Bajó las escaleras y decidió que el secreto moriría con ella.

© Manel Aljama (agosto 2009)
© Fotografia Alice Liddel por Charles Dogson (Lewis Carroll). Dominio Público

miércoles, 2 de diciembre de 2009

El catecismo





El sitio era oscuro, incómodo y hacía mal olor. La decoración asustaba. El ambiente estaba muy cargado, prácticamente era irrespirable. El niño se resistía pero él permanecía impertérrito:
—He dicho que de rodillas.
—¡Hay! es que me hace daño y me duele...
—¡De rodillas!
Se hizo un silencio pero al poco volvió a insistir:
—¿Cómo te llamas?
—Miguel —respondió la criatura casi con un hilo de voz, sin fuerzas casi.
—¿Miguel qué? —le interrogó.
—Miguel Caracol, señor
—Caracol ¿eh? ¿Y sabes de dónde viene tu apellido?
—¡No señor!
—Viene de muy antiguo, de cuando las tierras de España estaban invadidas por los moros. Las familias pobres y sin tierras, que llevaban “la casa a cuestas”, ocupaban los terrenos que los musulmanes abandonaban en su huída. Como ves, no viene sólo de que tu familia sea pobre.
Miguel no había entendido casi nada de la disertación.
—Veamos —volvió al ataque—, ¡Habrás hecho cosas malas! ¡Cuéntamelas!
—Yo ¿cosas malas? no.
—¿Cómo que no? Si yo te contase lo que hizo tu abuelo en la guerra. Él ya no está pero tengo al pequeñajo y pagarás por él —dijo mientras le pellizcó la mejilla.
—¿Pagar señor? Si yo no tengo dinero. Me han obligado a confesarme y no sé lo que es. Yo no he hecho nada malo...
—¡Silencio! insolente niñato. ¿Cómo te atreves a replicarme?
—¡Hay! me hace daño —se quejó el pequeño mientras intentaba zafarse de la enorme mano que le asía por el hombro y le obligaba a mantenerse de rodillas.
El adulto zanjó la cuestión propinando un pescozón al chaval. El niño devolvió la mirada, con ira. Se encontró un demonio, con gafas de pasta gruesa y lentes de muchos aumentos que deformaban los ojos hasta hacerlos casi demoníacos. Un pelo entre negro y gris, esculpido a navaja de líneas rectas que más bien parecía estar pintado que vivo. Llevaba aquel agresor timorato un enorme vestido negro, a modo de tubo que le cubría de pies a cabeza, con una enorme bragueta de botones también oscuros. El pequeño sentía arcadas del nauseabundo tufo que desprendía su indumentaria.
Después de propinarle dos bofetadas y varios zarandeos el párroco miembro de la comisión "Dejad que los niños se acerquen a mí", se sintió satisfecho pues arrancó al muchacho una buena confesión. El pobre niño que nunca había mentido se vio obligado a reconocer que odiaba a su hermanita más pequeña y que envidiaba a los niños de familias pudientes del barrio. Sabía que mentía pues eso lo decía el catecismo que le habían dado aquellas señoras después de la escuela. Aceptó la penitencia que le impuso el cuervo con sotana antes de que le lloviesen más hostias. El muchacho deseó crecer y ser fuerte para poder algún día devolverle al miserable hombre de negro aquella paliza. No se salió con la suya. El párroco murió de un ataque de apoplejía en pleno sermón el día de las primeras elecciones democráticas de 1977.


© Manel Aljama (noviembre 2009)
Fuente ilustraciones internet
El relato contesta, complementa (espero) a El origen del rencor de Andrés Hernández

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Dale café, mucho café



Sus captores, ocultos detrás de gafas oscuras, presenciaron el abrazo hieráticos y en silencio. Cumplían órdenes. Luís le prometió que todo se aclararía, que lo soltarían si no existía ninguna denuncia en su contra.
—Federico, tú no has hecho nada malo —le decía mientras por dentro lamentaba que no hubiese hecho caso al embajador de México.
El coche negro se alejó con presteza de aquel sitio. En el trayecto hacia La Colonia, Federico, con mirada perdida y pensamientos asustados se repetía: "¡qué error! ¡qué inmenso error!".
A solas Luis pensaba: “¡Pobre Federico! ¡Ni Dios te salva!”
En un sucio y desordenado despacho del Gobierno Civil, José Valdés Guzmán, su ocupante, hablaba por teléfono:
—Ya lo tenemos. Ha sido fácil. Muy fácil. El pájaro se refugió en casa de Luis... ¡No hay problema Luís es de los nuestros!
—A sus órdenes. ¡Le daremos café, mucho café! ¡No esperaremos a que amanezca!
En el patio de La Colonia se hacinaban cientos de hombres. Unos dormitaban mientras los otros tenían los ojos abiertos de espanto. Se oyeron pasos de botas caladas que se acercaban. Era una cuadrilla.
—A ver, ¡que se incorporen! Dióscoro Galindo, Francisco Galadí y Joaquín Arcollas.
Nadie musitaba ni un silbido. Parecía que la respiración era un quejido. Había poca luz.
—¿Están todos? —preguntó la misma voz.
—Falta este —respondió el otro señalando al poeta.
Todavía no había empezado a clarear el día 19 de agosto de 1936. Abandonaron el lugar en el mismo vehículo, hacia el norte, hacia la Sierra de la Alfaguara. El Buick se detuvo en un descampado a las afueras de Granada. Les hicieron bajar. Sonaron los disparos de pistola con los olivos por testigo. La retama, el tomillo y el romero hicieron de mortaja a los cuerpos. Las azucenas no brillaron ese día y los petirrojos espantados no salieron con el sol dejando a los cuervos hacer de las suyas desde entonces. Ni brisa soplaba.
—Misión cumplida. ¡Pues estos, ni vizneros ni alfacareños! ¡Enterradlos bien!

© Manel Aljama (noviembre de 2009)
Ilustración: "La Brecha de Víznar", cuadro del pintor José Guerrero (1914-1991)


Este texto forma parte del homenaje que algunos blogeros de forma espontánea, hacemos al poeta asesinado en Granada en 1936. Invito a leer:
Fran Rueda con ¡Calla, que vienen!
Carmen R Signes (Monelle) con Me porté como quien soy, un gitano legítimo, cuando lo publique

domingo, 23 de agosto de 2009

Dakar queda lejos

Fuente Internet © EFE

La alargada sombra del soldado del reino de Marruecos oscurecía aún más al grupo de fugitivos que pretendía pasar la frontera. El oficial los encañonó:
—¡Venga id tirando! —mientras les señalaba la vía de Argelia.
El reducido grupo sabía que se trataba de un campo de minas pero no había otro remedio. Salif quiso incorporarse pero se encontró con el frío del Kalashnikov en la nariz. No podían volver hacia atrás, unos al poblado saharaui de Tifariti, otros, a su Senegal de origen. Las deudas eran tan grandes como el peligro que corrían en caso de regresar. No eran más de quince hombres. Ni una cantimplora les habían dejado. Un soldado rellenó con orina el pequeño bidón que con mucho esfuerzo habían arrastrado hasta allí. Antes de taparlo escupió dentro y miró amenazante a los asustados emigrantes. El Norte estaba tan lejos... Y él lo protegía con todas sus fuerzas. Antes lo enterraría en la arena que dejarse coger y perderlo. Si lo descubrían era hombre muerto. Tenía el total convencimiento.
Si además averiguaban que Salif era además desertor del ejército de su majestad y simpatizante del Polisario lo hubiesen frito allí mismo. "Moros de mierda" se decía mientras contenía la bilis. Su única esperanza era sobrevivir a las minas y alcanzar la ciudad afín de Tindouf, en territorio argelino. Pero eso, según sus cálculos debía quedar lo menos a unos doscientos o trescientos kilómetros en dirección noroeste. El prolegómeno concluyó. Emprendieron la marcha. Decidieron ir en fila india. Echaron a suertes quien iba primero. Le tocó a él. "Moros de mierda" volvió a pensar. Le seguía un senegalés más negro que el carbón al que todos llamaban Sunday. Tres horas, tres horas, sólo disponían de tres horas y en ese tiempo y con aquel calor sólo podrían hacer poco más de veinte kilómetros.
Se esforzaba por mantener la calma. Por repasar algunas frases que seguramente había escuchado en la escuela lo poco que había ido ella. Creía saber más que rememorar que debía esperar lo inesperado, que muy pocas cosas podían aniquilarle y una de ellas era su propia debilidad, su propio miedo; en cambio la otra cosa que podía acabar con él, sería una simple mina, un explosivo que era de lejos muy superior a él. Tuvieron que beberse su propia orina para poder alargar más su vida.

Ante la avalancha de preguntas de los periodistas Salif sólo era capaz de mirar, de mirar a su alrededor con esos ojos caídos y tristes, hartos de sufrimiento. Entonces allí, volvió a pensar en la sabiduría y se acordó de un viejo proverbio que decía "quien no comprende una mirada tampoco es capaz de comprender una larga explicación" y se retiró al interior de su tienda. El trabajo estaba hecho, con la batería del móvil que había conseguido escamotear a los alauitas y que estaba ya en las últimas, consiguió hacer una llamada perdida a un puesto de la ONU. Tardaron varios días en localizarlos ya casi deshidratados. Por el camino habían muerto la mitad. Dakar quedaba lejos, muy lejos.

© Manel Aljama (julio 2009)

lunes, 20 de julio de 2009

Nochevieja del 42


La trocha, que no alcanzaba la categoría de camino, conducía directamente desde el apeadero hasta las primeras casuchas del arrabal. Cipriano, con muchas dificultades, arrastraba su pata de palo. Se apoyaba en una carcomida muleta que le debieron dar en Auxilio Social, más que para ayudarle, para librarse de él. Le habían pagado un billete y lo habían facturado para otra provincia. El frío enero se anticipaba en las últimas horas de diciembre. Como pudo se acercó a buscar el calor de una taberna. Encontró algo parecido a una mísera tasca sin letrero y con las luces mortecinas, casi apagadas. Se resguardó en el tranco de la puerta, la empujó y se pudo poner a buen recaudo. Casi todas las desvencijadas sillas reposaban sobre las sucias mesas. Restos de servilletas de papel, chapas y huesos de aceituna estaban sembrados por el suelo lleno de manchas. No se sabía si los vidrios estaban empañados o sucios.
—Vamos a cerrar —dijo en voz alta Julián, el propietario, desde detrás de la barra.
—¿”Usté” tiene prisa, maestro? Vengo de muy lejos y sin pierna como ve —se arremangó el pantalón aunque no se veía nada de tan poca luz que había—, ¿no tendrá un aguardiente? Hace mucho frío y a más no me llega.
Con un gesto contrariado, el propietario de la zahúrda, que hacía las veces de bar agarró una botella pringosa que parecía de anís y sirvió una copa. Se lo pensó y se puso una también él. El lisiado se acercó hasta la barra y pudo comprobar que el hombre era tuerto y un surco de al parecer una quemadura marcaba su mejilla derecha. Julián alzó la copita:
—¡Por el año nuevo!
—¡Por el año nuevo! —respondió el recién llegado—. Usté tampoco tiene donde ir, ¿”verdá”?
—Tengo este bar. Antes tenía otro más en el centro. Cuando acabó la guerra me acusaron de dar cobijo a un miliciano. Me llevaron preso. ¿Ve usted el ojo que no tengo? ¡Me lo arrancaron en la cárcel! Al final me dejaron ir. Tuve que cerrar el bar y venirme aquí. ¡Y todo por no escaparme!
—¿Por no escaparse?
Antes de responder, Julián sirvió otra ronda. Se la bebieron de un trago y volvió a llenar las copas. Apoyó los brazos en el mostrador y se inclinó hacia adelante.
—Por una mujer, que aunque no estaba casado por la iglesia era mía... —bebió la copa—, y que luego se fugó con un requeté.
Se puso otra copa.
—Seguro que fueron ellos los que me delataron —añadió mientras Cipriano bebía y escuchaba atentamente.
Cipriano dio un sonoro eructo que llenó el ambiente de una vaharada dulzona. Julián ni se inmutó.
—Pues yo perdí mi pierna huyendo de una turbamulta del mercado. Hace un año o año y medio... que no me acuerdo muy bien —extendió el vasito y el tabernero le escanció otra dosis—, me subí al tren sin billete y en cuanto llegó el revisor me echó mientras estaba en marcha y caí debajo de las ruedas. Ya ve... ¡Sólo pude salvar una de mis piernas! No me dieron nada. Decían que tenía que estar contento de que no me denunciaron por no llevar billete. ¡Ya ve lo dura que es la puta vida!
Perdida la cuenta de las copas, habían caído en un silencio previo al sopor alcohólico cuando entró un acordeonista de esos que van lampando y piden limosna en todas partes porque de todas partes los echan.
—¡Está cerrado! —Dijo el propietario con cierta dificultad— ¡Pero si toca algo le invito!
—¡Eso está hecho maestro! —respondió—, ¡pero déjeme que me caliente y les alcance con el anís! —añadió.
El barman le extendió el vasito lleno al visitante que se bebió de un solo golpe. Se puso a tocar un tango triste y brindaron porque 1943, si iba a ser tan frío, que al menos fuese más fácil de llevar.

© Manel Aljama (julio 2009)

jueves, 16 de julio de 2009

Suenan las sirenas

Fuente Internet autor: Josep Xavier Sanchez

Bajaron en tropel. El griterío y la histeria colectiva se repetían a diario. Aún no habían asumido su cotidianeidad. De tanto en tanto faltaba alguno en la reunión. Nadie le echaba de menos, sobre todo en cuanto empezaba el frecuente y tortuoso ritual. Al poco de cesar las alarmas se oían el run-run de los aviones aproximarse.  En cuanto se escuchaban las primeras detonaciones solía irse la luz y todo quedaba a oscuras, en tenso silencio.  Alguien, más precavido encendía un fósforo con la intención de fumar. Estaba prohibido. Nadie se oponía.  Las explosiones aumentaban en potencia y en frecuencia. Dificultaban la conversación. Entonces, Josefa González, la intendente de la F.A.I., a la que todos conocían como la Coronela, comenzaba su retahíla de insultos antifascistas mascullados a modo de rosario. No soltaba su mano de una de las tuberías a la que estaba agarrada, quizá para no caer por su temblor de piernas.  En medio de la lluvia explosiva tan sólo distinguían que los Junkers alemanes hacían un ruido más fuerte, más ensordecedor que el de los Savoias italianos. Eso era motivo para que don David, el propietario de la ferretería mostrase sus conocimientos de armas.  Nadie le seguía la conversación. Ni siquiera don Tomás, el boticario. Todos sospechaban que en cuanto acabase la guerra y ganasen los que ahora estaban castigando desde arriba, el farmacéutico sería uno de los principales delatores. Más valía guardar silencio.  La guerra no iba nada bien, a pesar de lo que decían en la radio o en los camiones informativos y, mucho menos, en los diarios populares. Los bombardeos eran más frecuentes y más intensos cada vez.  Eso había dicho el pequeño Jesús, que apenas tenía catorce. Nadie le contestó. Era normal no responder a nadie en el refugio. Ninguna discusión. Ningún debate. Diálogo de sordos. Crudo monólogo. Jesús no se daba por vencido:
—Don Tomás, usted que sabe tanto, ¿Quiénes son los buenos?
Seguramente, la Coronela le habría respondido o le hubiese propinado un bofetón. Nadie lo sabe. El chico insistía:
—Don David ¿Quiénes son los buenos?
—Somos nosotros —se atrevió a responder por primera vez el viejo judío, quizá ya había asumido que todo se estaba acabando.
—Y si nosotros somos los buenos, ¿por qué nos tenemos que esconder aquí cada día?
Se hizo otra vez silencio. Pero el chico notaba que era el destino de todas las miradas, sobre todo de la escrutadora mirada de don Tomás y de la represiva vigilancia de la Coronela. Los nervios y el malestar pudieron más esta vez.
—Jesús, —dijo con voz grave don Tomás—, los buenos ganan siempre... ¡no lo dudes!
No había terminado sus palabras, que habían quedado en suspense cuando la primera ronda del bombardeo había cesado. Los motores se oían alejarse. La luz volvió. Josefa abrió la compuerta y todos los ocupantes, empapados en sudor, iniciaban la ascensión por las angostas escaleras. Las  peleas se volvían a repetir. Ahora, por salir del agujero. El chaval se había quedado el último. Para su sorpresa, La Coronela quería dejarlo encerrado allí. El muchacho forcejeaba y forcejaba pero no lograba contrarrestar la fuerza de la intendente.
Se despertó entre sudores. Desde que perdió su familia no hacía otra cosa que soñar una y otra vez con el refugio.

(c) Manel Aljama (junio 2009)