domingo, 28 de febrero de 2010

¿Dónde están las huríes?


En la soledad de la habitación del hotel, Rachid escogió las prendas para llevar el día señalado.  Se ajustó bien todo el material con doble cinta adhesiva. Con cuidado se colocó una camisa azul de manga larga, a pesar de que aún hacía calor y las temperaturas no habían empezado a descender. Se fue hacia la ventana. Corrió los visillos. Miró el ir y venir de las gentes.  No le importaba mucho. Dejó caer los visillos. Se puso los pantalones. Eligió unos beige, muy claros, de marca.  Se sentó en el borde de la cama y con mucho cuidado se puso los zapatos, también de marca. Podía pasar por uno de ellos, pensó.
Se descalzó y se arrodilló sobre la esterilla despacio, con mucho miramiento. Comenzó su tanda de oraciones.  A punto de acabar se incorporó, y de pie, pronunció: "As-Salamu 'alikum wa Rahmatul lah" (La paz y la misericordia de Alá estén con vosotros).  Cogió la chaqueta que estaba sobre la cama y se dirigió hacia la puerta.  Tardó unos minutos en salir del hotel. Aún había luz y tanto los autobuses como las paradas estaban abarrotadas. Eligió una al azar, la del número 70.  Pagó el ticket con unas monedas que extrajo del bolsillo del pantalón.   Se fue hacia el fondo del vehículo. Volvió a pensar en la oración:  "La ilaha il-la Allah" (Alá es el más grande).  Contuvo la respiración y apretó el pulsador que tenía adherido en su pecho, bajo la camisa.  Percibió una intensa luz, un ruido ensordecedor y un calor abrasador que le dejó la sensación de tener la boca completamente seca. Luego no pudo ver nada más  y se sintió como atrapado en una esponja oscura en la que era muy difícil moverse.
—¡No veo nada! ¡No veo nada! —Pensaba y se lamentaba—, ¡Pero no siento ningún dolor! —se alegró.
Creyó escuchar unos gritos que poco a poco se transformaron en una amalgama de quejidos y lamentos. No sabía dónde estaba.  Pensó que Alá sería misericordioso y le mandaría ya las setenta huríes prometidas.  Poco a poco empezó a ver como una claridad y la sensación esponjosa que le atrapaba empezó a aflojar.  Cuando ya se hizo la luz contempló el amasijo de hierros en que había quedado convertido el autobús. Se extrañó que los explosivos tuviesen tanta potencia.  En medio de los hierros retorcidos había cuerpos mutilados, miembros cercenados y restos de vísceras, todo teñido de rojo que goteaba y negro que humeaba.  A su alrededor, en la parada había también muchos otros cuerpos. Escuchó sirenas a lo lejos y antes de poderse mover, ya estaban allí policías y enfermeros que se pusieron a atender a los que todavía podían estar vivos.  Por fin consiguió moverse y salió a encontrarse con los policías. Aterrado comprobó como el oficial no le vio y le atravesó por completo.  Asustado se puso a buscar su cuerpo. Tuvo la sensación de que algo había ido mal. No fue capaz de encontrarlo. Era extraño, se sentía y no se veía.  Empezó a ponerse triste y a angustiarse. Notó una quemazón muy fuerte, en el corazón.  Se acordó entonces de las palabras de su libro sagrado: "quien va al infierno se queda sin corazón y en su hueco arderá eternamente".  Intentó escapar pero estaba agotado. Unas sombras negras se apoderaron de él. La quemazón era muy intensa.

© Manel Aljama (febrero 2010)
Ilustración: foto montaje a partir de imágenes recogidas de internet

jueves, 18 de febrero de 2010

Poetas Andaluces

El grupo Aguaviva,  pertence a los setenta, a las postimetrías de la dictadura. Poetas Andaluces datado según las fuentes en el 1975 aunque en realidad es del 70 o 71.  Quizá con el ogro moribundo era más fácil escucharlo. La letra es de Rafael Alberti.


¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?
¿Qué miran los poetas andaluces de ahora?
¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora?

Cantan con voz de hombre
Pero, ¿dónde los hombres?
Con ojos de hombre miran
Pero, ¿dónde los hombres?
Con pecho de hombre sienten
Pero, ¿dónde los hombres?

Cantan, y cuando cantan parece que están solos
Miran, y cuando miran parece que están solos
Sienten, y cuando sienten parece que están solos

¿Qué cantan los poetas, poetas andaluces de ahora?
¿Qué miran los poetas, poetas andaluces de ahora?
¿Qué sienten los poetas, poetas andaluces de ahora?

Y cuando cantan, parece que están solos
Y cuando miran , parece que están solos
Y cuando sienten, parece que están solos (BIS)

Pero, ¿dónde los hombres?

¿Es que ya Andalucía se ha quedado sin nadie?
¿Es que acaso en los montes andaluces no hay nadie?
¿Que en los campos y mares andaluces no hay nadie?

¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta,
Quien mire al corazón sin muros del poeta?
Tantas cosas han muerto, que no hay más que el poeta

Cantad alto, oireis que oyen otros oidos
Mirad alto, vereis que miran otros ojos
Latid alto, sabreis que palpita otra sangre

No es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo encerrado
Su canto asciende a más profundo,
Cuando abierto en el aire ya es de todos los hombres

Y ya su canto es de todos los hombres
Y ya su canto es de todos los hombres
Y ya su canto es de todos los hombres
Y ya su canto es de todos los hombres (BIS)
Rafael Albertí

Este video no tiene desperdicio con las voces de Rafael Alberti:


Publicado por Manel Aljma (febrero de 2010)

viernes, 12 de febrero de 2010

Daños colaterales


Yashiro tomó aquel reto como el soldado que tiene que ganarse su boina realizando una acción temeraria, casi suicida.  Sus colegas le decían que sería un lammer el resto de su vida.  Podía aguantar burlas por ser virgen a los veinte, pero seguir siendo lammer, le era insoportable.  Xanadú era el nick que había elegido para sus ataques. Los mejores como zero-cool, extreme o dammLord ya no estaban disponibles. Nunca había pagado un céntimo por ningún juego de ordenador. Los poseía todos. Sus padres hacía años que no entraban en su habitación aunque conservaban la esperanza de que su hijo no fuese otro hikikomori más. Yashiro fijó su objetivo en el Hospital de Ohkubo. Si las vulnerabilidades que le habían pasado en el foro eran ciertas, la página web del hospital y buena parte de los servidores estarían fuera de servicio en poco más de una hora. No sabía escribir a máquina pero sus dedos se deslizaban por las teclas con la precisión de un bailarín avezado sobre una pista acabada de estrenar.  Se acabó el último sorbo de Coca-Cola, eructó y arrojó la lata junto con las demás, en el fondo del cuarto, mientras seguía tecleando sin cesar. Esbozó una sonrisa. Parecía que su plan funcionaba. Buscó su móvil por la mesa llena de papelotes, revolvió cajas de pizzas vacías pero no lo encontró.  Creyó recordar que lo había guardado en el cajón. No le gustaba que estuviese en silencio pero tampoco quería que sus padres supieran que recibía muchas llamadas. Sin levantarse del asiento, abrió el cajón e introdujo la mano, tanteando a ciegas. Sintió un desgarro; dio un salto hacia atrás y sacó su mano ensangrentada. Maldijo haber dejado el corta-pizza allí dentro.  Tenía la muñeca seccionada. El corte sangraba abundantemente. Gritó. Intentó abrir la puerta. Olvidó que tenía el cerrojo puesto. La sangre no paraba de salir.  Tardó dos minutos en poder abrir.  No había nadie en casa. Ni la mujer de la limpieza. Salió al jardín. Los gatos que husmeaban la basura huyeron despavoridos.   Un vecino, ya retirado que estaba podando sus almendros le intentó prestar ayuda pero la rechazó. Yashiro salió a la calle sin mirar y le atropelló una furgoneta de reparto de leche. Quedó tendido en el suelo. La ambulancia tardó quince minutos en llegar. Al ver la sangre que había perdido, los paramédicos sugirieron ir al Hospital Ohkubo que era el más cercano. No pudo recibir una transfusión que le habría salvado la vida. Alguien había atacado los servidores del banco de sangre del hospital.

© Manel Aljama (Diciembre 2009)
Fuente ilustración: internet (modificada)
Vocabulario:
  • Lammer: Entre los hackers o intrusos informáticos, principiante
  • Nick: Apodo, alias
  • Hikikomori: Adolescentes y jóvenes que prácticamente no salen de la habitación donde viven.
  • Vulnerabilidad: Error, principalmente de seguridad, en los sistemas informáticos y que de ser descubierto puede ser aprovechado por atacantes.

martes, 2 de febrero de 2010

No tienen alma



Se agolpaban en una jaula de escaso tamaño o tal vez eran demasiados. Estaban obligados a convivir en el diminuto espacio a pesar de venir de sitios diversos. Se hacinaban hombres y mujeres, niños, jóvenes y viejos. Sólo tenían en común la derrota, el miedo y un futuro incierto. Su enemigo era mucho más temible y poderoso. Su situación era la mejor prueba. Apareció una figura que vestía diferente, de un color como de sangre. Muchos de ellos creyeron que había llegado su hora. El hombre llevaba un objeto extraño en la mano. Pronunció unas palabras:
—Dios bendiga a estas criaturas ignorantes de tu infinita bondad y les proteja en la travesía. Amén —les salpicó con algo parecido a agua.
—¿Los podemos embarcar ya? —preguntó el otro jefe.
—No tienen alma. Estas bestias no están bautizadas. Yo sólo he bendecido la carga. Cuando lleguen a puerto deberían al menos bautizarlos si tienen que tocar los bienes de los blancos.
—Como usted diga así se hará —respondió jefe de los negreros— en cuanto atraquemos en Puerto Príncipe.



© Manel Aljama (agosto 2009)
Fuente Ilustración: Internet