miércoles, 27 de enero de 2010

El remero



Cuentan las crónicas que en 1994, se celebró una competición de remo entre dos equipos, uno compuesto por trabajadores de una compañía española, y el otro por sus colegas de otra empresa similar japonesa.  Se dio la salida y los remeros japoneses se empezaron a destacar desde el primer momento. Llegaron a la meta y el equipo español lo hizo con una hora de retraso sobre los nipones.

De vuelta a casa, la Dirección se reunió para analizar las causas de tan bochornosa actuación y llegaron a la siguiente conclusión: "Se ha podido observar que en el equipo japonés había un jefe de equipo y diez remeros, mientras que en el español había un remero y diez jefes de equipo. Por lo que para el año próximo se tomarán las medidas adecuadas."

En el año 1995, se dio de nuevo la salida y nuevamente el equipo japonés se empieza a distanciar desde la primera remada. El equipo español llegó esta vez con dos horas y media de retraso sobre el nipón.

Dirección se volvió a reunir después del sonado rapapolvo de Gerencia para estudiar lo acaecido y vieron que este año, el equipo japonés se compuso nuevamente de un jefe de equipo y diez remeros, mientras que el español, tras la eficaces medidas adoptadas el año anterior, se compuso de: un jefe de equipo, dos asesores de gerencia, siete jefes de sección y un remero. Por lo que tras un minucioso análisis, se llega a la conclusión:

EL REMERO ES UN INCOMPETENTE

En el año 1996, como no podía ser diferente, el equipo japonés escapó nada más darse la salida. La trainera que este año se había encargado al departamento de nuevas tecnologías, llegó con cuatro horas de retraso.
Tras la regata y, a fin de evaluar los resultados, se celebró una reunión de alto nivel en la cuarta planta del edificio de la central, llegándose a la siguiente evaluación:  "Este año, el equipo nipón optó una vez más por una tripulación tradicional, formada por un jefe de equipo y diez remeros. El español, tras una auditoría externa y el asesoramiento especial del departamento de organización, optó por una formación mucho más vanguardista, que se compuso de: un jefe de equipo, tres jefes de sección con plus de productividad, dos auditores de Arthur Andersen, cuatro vigilantes jurado que no quitaban ojo a un único remero, al que habían amonestado y castigado quitándole todos los pluses e incentivos por el fracaso del año anterior"

Tras varias horas de reuniones, se acordó que: “En la regata del 1997, el remero sería de contratación externa”. No obstante, a partir de la vigésimo quinta milla marina, se ha venido observando cierta dejadez en el remero de plantilla, que roza el pasotismo en la línea de meta.


Texto de autor desconocido Recopilado y editado por Manel Aljama (enero 2010)
Ilustración "Pelea con palos" de Goya.

lunes, 25 de enero de 2010

SGAE otra vez

 



Al ver la viñeta de Ferreres en El Periódico no he podido menos que volver a colgar mi texto, que escribí mucho antes:

Se habían marchado por fin. En sus manos aún empuñaba la navaja que había esgrimido, casi inconscientemente, como único y desesperado argumento defensivo. Era consciente de su reacción primitiva, quizá animal; de que había recurrido a la amenaza de violencia al sentirse acorralado y por primera vez sin palabras. La verdad es que él siempre había tenido muy buenos argumentos. Y cuando no disponía de ellos usaba el diálogo inteligente. Algunos de sus amigos le recriminaban precisamente eso; que se parecía a veces a un viejo personaje del cine, “don erre que erre”, que había sido un poco o muy testarudo en la defensa de sus posiciones. Pero como si de un Sócrates contemporáneo se tratase, lo hacía todo con buenas intenciones, con la finalidad de mantener viva la llama del intelecto. Cuando no lo conseguía se conformaba al menos con la idea de haber sido locuaz o tal vez, haber finalizado el debate con una salida por las ramas. Pero aquel día las cosas no habían funcionado tan bien. Habían venido dos sicarios vestidos de negro y con corbata a juego, le habían conminado a que les entregase un buen porcentaje de la recaudación, casi el treinta y cinco por ciento. Una cantidad muy alta para un establecimiento como el suyo. Fueron insensibles e insistieron que la ley estaba de “su” lado. Nuestro amigo sabía que la ley la habían hecho ellos. Por más que había insistido en imponerse con sus diálogos socráticos los individuos parecía que no habían leído en su vida ni el texto de un sello de correos. Llegó a la conclusión de que el revistero de cortesía donde se amontonaban periódicos y semanarios podría tener más alma y entendimiento que ellos dos juntos. Advirtió que las cosas podían empeorar y recurrió entonces a la astucia que le había caracterizado siempre para salir de las situaciones más difíciles.
—Les pagaré, les pagaré —hizo una pausa mientras no paraba de mover la navaja barbera—, pero por favor, váyanse antes de que lleguen los primeros clientes. Esto es un establecimiento con una clientela muy fiel. Si les ven aquí no serán capaces de entrar y si no hago caja no les podré pagar el canon que me piden. A partir de ahora escucharé la música con auriculares para mí sólo y así no infringir más la ley.
Los individuos se miraron, asintieron y abandonaron el recinto. Subieron a su auto y desparecieron tan rápidos como habían llegado.


© Manel Aljama (Marzo de 2009)
Ya publiqué el mismo texto aquí   en La ley nos da la razón  en noviembre de 2009 y por supuesto en El Viajero de Las letras: La Ley nos da la Razón en marzo del mismo año. Publicado anteriormente a Calaix de Sastre.

© Viñeta Ferreres en El Periódico de Catalunya (23-1-2010)

jueves, 21 de enero de 2010

Padre no hay más que uno



(Otro entremés de barbería)

Personajes: JUSTO: (barbero), PATRICIA, la hija de Justo (voz telefónica), clientes ALBERTO y FERNANDO.

En una barbería moderna con todo su equipamiento. Es un jueves por la tarde. No hay clientes todavía. El propietario, sentado en una de las sillas de espera, hojea una revista. Suena el teléfono y acude a responder la llamada.

ESCENA I

JUSTO: ¿Sí? (Se hace una pausa mientras al otro lado del hilo se identifica su hija)
Hay un silencio mientras Justo escucha lo que su hija está diciendo.
JUSTO: Pues hija, yo aceptaba sin dudar esa oferta. Vas a mejorar y así, ya que te casas, empiezas vida y trabajo nuevos. No tengas miedo a los cambios. En esos almacenes nunca te van a promocionar.
Hay otra pausa que seguramente son las dudas de Patricia a realizar esos cambios y perder un trabajo en el que tiene antigüedad.
JUSTO: Recuerda que tienes estudios y además una buena experiencia. Te mereces algo mejor que trabajar para esos negreros de El Corte (acto seguido cuelga el auricular y se vuelve a la silla donde estaba sentado antes de la llamada).

ESCENA II

Entra FERNANDO y Justo está limpiando el sitio para que esté listo para un nuevo cliente.
FERNANDO: Muy buenas tardes. ¿Hay alguien delante?
JUSTO: Muy buenas tardes, señor. Es usted el primero. Puede sentarse (sorprendido por la excesiva corrección del cliente que además no es habitual).
FERNANDO: No suelo venir a esta peluquería pero es que hoy la mía ha cerrado porque había una reunión del gremio. Me viene usted como agua de mayo. Necesito arreglarme un poco las puntas y estar impecable para mañana. Mi trabajo me lo exige, ¿sabe? Es que trabajo en los almacenes El Corte. Me toca lidiar con todos los jefes de atención al cliente. Tengo que cuidar mi imagen. Yo ya lo llevaría más largo pero la casa impone... En fin, sólo las puntas.
Justo coge las tijeras y empieza su trabajo. Suena el clásico tris tras de las tijeras que con precisión de malabarista cortan las puntas del pelo.
JUSTO: Así que tiene que lidiar con los jefes de atención al cliente (para hacer conversación).
FERNANDO: Sí, es un fastidio. Mire usted, le voy a confesar, mañana echamos a la calle al jefe de atención al cliente de esta ciudad. Pero en todas partes son iguales. No nos duran. Al poco tiempo le meten mano a la caja y acusan a cualquier chica que se haya negado a ir a la cama con ellos. Tarde o temprano pasa. Las empleadas tampoco nos duran. Su promoción depende de estos tipos y si no las valoran se van. Si piden aumento, el cochino de turno les exige acostarse con él. Si se niegan, las acusa o les hace la vida imposible hasta que se van. Esto no acabará hasta que no pongan una jefa, aunque también he visto jefas llenas de odio hacia las más jóvenes o más competentes y a veces, resultan ser peores que los hombres.
JUSTO: ¿Y sabiendo todo eso esperan ustedes tanto tiempo para despedir un empleado? (como sorprendido)

FERNADO: Es que la casa nos exige tener prudencia y discreción. Además tenemos que llevar un informe detallado por escrito y con pruebas fotográficas. Solo en detectives se nos va un dinero. Por eso y por los hurtos de cada día, todos nuestros productos son hasta un cuarenta por ciento más caros. Pero mire, por otro lado, cuando quiere cambiarlo no ponemos ninguna traba...
JUSTO: ¡Nunca había pensado que los detectives de El Corte, servían para espiar a empleados! (Sorprendido).
FERNANDO: Pues ya ve usted. A todos nos espían, como en la película aquella de Casino que había una cadena de vigilantes que se vigilaban los unos a los otros a la hora de recontar dinero. En fin, no sé porqué le cuento a usted todo esto. Es que les estoy cogiendo asco a estos individuos. Pero bueno, es mi trabajo, y mañana, uno menos.

Cuando Justo ha acabado con el cliente se levanta, paga y se va despidiéndose amablemente. Justo va a volver a la silla que ocupaba al principio.

ESCENA III

Entra ALBERTO otro cliente que tampoco es habitual.
ALBERTO: ¿No hay nadie?
JUSTO: Buenas Tardes. Somos alguien ¿No? (contrariado por la poca educación del individuo)
ALBERTO: Bueno, quiero decir que soy el primero (JUSTO le indica que se acomode y procede con todo el ritual de una barbería. Le pregunta por las preferencias y empieza a trabajar).
ALBERTO: El pelo que quede bien nivelado. También quiero que me afeites bien. Es una ocasión especial, ¿sabes? (Justo no hace mucho caso aunque está a la expectativa). La semana que viene se casa una empleada y mañana me la voy a pasar por la piedra, antes de que se marche. Es cosa de ir bien arreglado. La ocasión lo merece.Justificació completa
JUSTO: O sea que usted se lo hace con las empleadas.
ALBERTO: Sí trabajo en El Corte. Soy el jefe de atención al cliente y soy quien maneja los fondos de productividad, o sea, los aumentos. Yo reparto ese variable como me sale de las pelotas. Entre nosotros, debería repartirlo entre todas según su capacidad. Pero la capacidad es “cómo me la maman” y a qué están dispuestas a llegar. No hay nada como que todo este muy caro para que estas hijas de su madre estén dispuestas a todo. Como te digo me las follo todas (hace una pausa para respirar y deja de hablar estorbado por la brocha de JUSTO).
Justo está afilando la navaja de afeitar concentrado en su trabajo y aparenta que no hacer mucho caso al cliente que no tiene un físico de aquéllos que quieras compartir ni el ascensor. Además ha empezado a pensar en su familia.
ALBERTO: Pues esa chiquita como se va a casar estará necesitad de dinero y me pedirá aumento. ¿Sabes lo que les respondo cuando lo hacen?
JUSTO: No (con sequedad y conteniéndose).
ALBERTO: Hotel Excelsior. Las más tontas no se dan cuenta al principio. Pero la mayoría, porque todas son unas putillas, en seguida aceptan y te dicen ¿cuándo? (Se ríe él sólo). Esta juventud no sé dónde va a ir a parar. Hay que dirigirlos a todos a cogotazos para que hagan algo de provecho. Ahora es mejor, hace años eran más remilgadas y había que pagar por echar un polvo. Y este trabajo que tengo tiene su ventaja. Hacen mi trabajo y pago con dinero que no es mío. Estoy que ardo de deseo (la navaja del barbero está apretando la barba junto al cuello de justo). ¿Qué cara pondrá su padre? Bah, no se enterará nadie. Si este país supiese la cantidad de aumentos de sueldo a cambio de follar. ¡Sería la hostia!
Justo, que no ha respondido al monólogo del cliente, ha preferido no hacer nada. Su clarividencia le indica que es mejor sentarse y ver el cadáver de su enemigo pasar. Sabe que tarde o temprano un personaje así, volverá a recalar en su sillón. Preferiría en este momento ser invisible y estar mañana presente para verle la cara. Ha acabado el servicio. Alberto se levanta y se dirigen a la caja. Justo le cobra el importe del servicio y se lo mira de manera penetrante. Quiere memorizar sus facciones y su aspecto mórbido pre obeso. Alberto nota la mirada entre escrutadora y asesina al tiempo que se pasa la mano para probar la suavidad del afeitado o puede que tal vez quiera comprobar si el cuello está íntegro. Se va sin decir ni siquiera Adiós.

Justo mira el reloj y ya es hora de cerrar. Coge la escoba del armario, barre los restos. Recoge la recaudación, apaga las luces y cierra persianas. Cae el telón.

© Manel Aljama, noviembre 2006
Foto ©: Marta Aljama, 2007

sábado, 16 de enero de 2010

Más indicios de cambio

Desde el mes de agosto existe en Líbano una revista que incorpora desnudos y de explícito contenido sexual en clave femenina. Que se publique en el Líbano, que era considerada antes de la guerra civil, “la suiza de Oriente”, no sería noticia. Convivían (y lo intentan aún) diversas religiones, principalmente cristianos (católicos y ortodoxos), y diversas corrientes musulmanas. También es del Líbano el violinista Ara Malikian. La noticia es que más de la mitad de los suscriptores de la revista son de Arabia Saudí.

La revista se llama Jasad Magazine (“cuerpo” en árabe). Está disponible en árabe e inglés. Su página web: http://www.jasadmag.com/. Su directora es Joumana Haddad, nacida en 1970 y entre otras facetas es poetisa, traductora y periodista. Su Web oficial es http://www.joumanahaddad.org/

Fuente Internet, Joumana Haddad

© Manel Aljama (enero 2010) publicat abans a Calaix de Sastre.

miércoles, 13 de enero de 2010

Ni te avisan



El grupo de trabajadores que acaban de terminar su jornada espera pacientemente en la estación la llegada del tren. Llevan la ropa sucia en su mayoría. Lucen tatuajes de lo más variado. Casi todos son inmigrantes. Algunos ya se sienten tan integrados que hasta escupen en el suelo. Otros arrojan fuera de la papelera bolsas y otra porquería.
—¡Otra vez con retraso! —se queja uno.
—¡Ya deberíamos estar acostumbrados! —añade otro.
—Este país no tiene arreglo. ¡Es un asco! ¡Y el gobierno es el peor! —eso apostilla el primero, el que se quejó del retardo.
—Si no es un día es otro. La cuestión es que cada semana hay un incidente en esta mierda de trenes.
—Y no dicen nada, ni te avisan —añade el segundo, el que decía que deberían estar todos acostumbrados.
El que pensaba que el país no tiene arreglo enciende un cigarrillo. Es el último y lanza la cajetilla vacía contra el fondo del andén. Cuando acaba el pitillo lo arroja a la vía. Llega el tren por fin. Pugnan por subir. Ni siquiera dejan bajar primero a los pasajeros que se apean. Dentro se acomodan en sitios reservados para personas de delicada salud. Alguno levanta el brazo y se agarra al pasamano. La pestilencia de su axila hace aún más asfixiante y tortuoso el trayecto para el resto de pasajeros.
Llegan a una estación. Suben un inspector y dos guardias de seguridad. Sus rostros palidecen. No han tenido tiempo de escapar. Todos van sin billete.

(c) Manel Aljama (agosto 2009)
Foto: fuente Internet

martes, 12 de enero de 2010

Como entonces


Noticia publicadad con anterioridad en Calaix de Sastre y qe establecía un paralelismo entre el país magrebí y la españa franquista.

La noticia de que en Marruecos se ha publicado en una revista el primer desnudo femenino me hace pensar una vez más, que los cambios y la evolución se pueden reprimir pero no se pueden detener. No hay dictador que lo aguante.

Texto de "El Mundo" de 15/11/2009:
"Una popular presentadora marroquí ha sido la primera en atreverse a salir fotografiada completamente desnuda en la portada de una revista de un país islámico. La mayoría de la sociedad y de los medios de comunicación han acusado a Larguet y a la revista de hacer apología de la pornografía y han criticado lo que muchos consideran un desafío a la moral social. Para la presentadora ha querido introducir en Marruecos "un aire de libertad y modernidad", según sus propias palabras, y destacar la figura de la mujer como un miembro más en la sociedad."

Ver también en la prensa, a algunas marroquíes de las zonas urbanas, vestidas con camisetas de tirantes y el púdico desnudo de una mujer embarazada con pecho breve es todo un síntoma de la liberación que vendrá después. Algunas lectoras feministas pensarán que no, que la mujer es tratada como un objeto, que si bla bla. Burradas. Ese desnudo es la punta de lanza de la liberación de la propia mujer. No se debe olvidar que todavía –no se ha derogado-, ¡una mujer en marruecos, debe pedir permiso a un varón adulto, sea su padre, marido, hermano o incluso hijo! Cuando se iba a derogar esa ley, ¡las mujeres diputadas, votaron NO!

En Marruecos la gente se arregla. Como entonces aquí. Allí también se hacen bodas de conveniencia, como por ejemplo el de la joven Firdaus Rais –que quería ver mundo-, y un gay que quería quitarse de encima la presión oficial.

Allí también se hacen abortos. Allí también hay una doble vida al margen de la oficial. Como en los crueles chistes de los setenta: hay un único Marruecos, porque si hubiese dos todos querrían estar en el otro.

© Manel Aljama (enero 2010)