Yashiro tomó aquel reto como el soldado que tiene que ganarse su boina realizando una acción temeraria, casi suicida. Sus colegas le decían que sería un lammer el resto de su vida. Podía aguantar burlas por ser virgen a los veinte, pero seguir siendo lammer, le era insoportable. Xanadú era el nick que había elegido para sus ataques. Los mejores como zero-cool, extreme o dammLord ya no estaban disponibles. Nunca había pagado un céntimo por ningún juego de ordenador. Los poseía todos. Sus padres hacía años que no entraban en su habitación aunque conservaban la esperanza de que su hijo no fuese otro hikikomori más. Yashiro fijó su objetivo en el Hospital de Ohkubo. Si las vulnerabilidades que le habían pasado en el foro eran ciertas, la página web del hospital y buena parte de los servidores estarían fuera de servicio en poco más de una hora. No sabía escribir a máquina pero sus dedos se deslizaban por las teclas con la precisión de un bailarín avezado sobre una pista acabada de estrenar. Se acabó el último sorbo de Coca-Cola, eructó y arrojó la lata junto con las demás, en el fondo del cuarto, mientras seguía tecleando sin cesar. Esbozó una sonrisa. Parecía que su plan funcionaba. Buscó su móvil por la mesa llena de papelotes, revolvió cajas de pizzas vacías pero no lo encontró. Creyó recordar que lo había guardado en el cajón. No le gustaba que estuviese en silencio pero tampoco quería que sus padres supieran que recibía muchas llamadas. Sin levantarse del asiento, abrió el cajón e introdujo la mano, tanteando a ciegas. Sintió un desgarro; dio un salto hacia atrás y sacó su mano ensangrentada. Maldijo haber dejado el corta-pizza allí dentro. Tenía la muñeca seccionada. El corte sangraba abundantemente. Gritó. Intentó abrir la puerta. Olvidó que tenía el cerrojo puesto. La sangre no paraba de salir. Tardó dos minutos en poder abrir. No había nadie en casa. Ni la mujer de la limpieza. Salió al jardín. Los gatos que husmeaban la basura huyeron despavoridos. Un vecino, ya retirado que estaba podando sus almendros le intentó prestar ayuda pero la rechazó. Yashiro salió a la calle sin mirar y le atropelló una furgoneta de reparto de leche. Quedó tendido en el suelo. La ambulancia tardó quince minutos en llegar. Al ver la sangre que había perdido, los paramédicos sugirieron ir al Hospital Ohkubo que era el más cercano. No pudo recibir una transfusión que le habría salvado la vida. Alguien había atacado los servidores del banco de sangre del hospital.
© Manel Aljama (Diciembre 2009)
Fuente ilustración: internet (modificada)
Vocabulario:
- Lammer: Entre los hackers o intrusos informáticos, principiante
- Nick: Apodo, alias
- Hikikomori: Adolescentes y jóvenes que prácticamente no salen de la habitación donde viven.
- Vulnerabilidad: Error, principalmente de seguridad, en los sistemas informáticos y que de ser descubierto puede ser aprovechado por atacantes.
Bellísimo!! Llevas las secuencias a la perfección. Sencillamente magistral. Un abrazo grande.
ResponderEliminarESpléndida historia Manuel.
ResponderEliminarVa creciendo en intensidad a medida que te metes en la historia, la comprendes y, aunque deduces que algo tiene que pasar, no sabés qué por lo que se mantiene la expectación.
Tus historias tienen algo que fascina porque siempre aportas mucho, ya sea historia real, enseñanzas o, como en este caso, términos poco habituales y difíciles de encontrar.
Lo que me hace suponer que habitualmente hay siempre detrás un trabajo intenso.
Gracias.
que cosa mas hermoza, me ha encantado. muy buena narración. un abrazo.
ResponderEliminarYa me estaba impacientando el hecho de que no escribieras este relato. Sabía que tarde o temprano aparecería tu Hikikomori particular en esta página. Es un personaje que resulta fascinante bajo el punto de vista literario, a mí me lo parece, y la idea de atacar el banco de sangre por el capricho absurdo del Hakker principiante y que luego pague las consecuencias me parece muy acertado y original. Has conseguido sacarlo de su guarida de un plumazo y se me ocurre que sería una estupenda idea como terapia de choque para solucionar el problema de más de un enclaustrado de esos; se entra en su cuarto, se le pega un tajo y se le dejan las puertas abiertas para que salga a la calle en busca de auxilio...y... ¡Boilá!, curado de golpe.
ResponderEliminarBuen relato cargado de matices interesantes.
!Vaya historia Manel!, buena, muy buena, y además muy diferente. Me gusta su final aunque me deja un saborcillo agridulce, pues si bien es cierto que es un final lógico actos-consecuencias, tambien es cierto que el hikikomori lammer de la historia no deja de parecerme más victima que verdugo en ambos casos, -tanto cuando lo llevan al hospital y tiene que pechar con las consecuencias del ataque informático que él mismo ha provocado, y también cuando decide provocarlo-, porque dime tu si no es victicismo ese aislamiento en una habitación un día y otro sin salir, con el ordenador y miles de hackers poniendo en evidencia su falta de habilidades... algo así como los personajes de Dostoiesvki que tienen una carga además de la culpa
ResponderEliminarUn gran relato, sí señor... por cierto, no he podido abstraerme al comentario que hace Andrés, más que nada porque me encanta leer sus comentarios, -geniales por cierto- y además, esta vez, justo le precedo, y, !zas, ahí la respuesta! la terapia definitiva al problemilla de los adolescentes estos como el prota: se les pega un tajo para que tengan que salir a la calle a pedir auxilio y, curados de golpe... ¿no me digas que no ha tenío to el arte del mundo?
Un besote, ya sabes, uno de esos bien gordos
Da más miedo este relato que los de zombies. Ufff, terrorífico final, para el que hay que añadir lo que la imaginación nos da, pues imaginas a muchísima más gente con el mismo problema al intentar ser atendido de urgencias en él. Un ritmo trepidante, y una historia muy al día. Muy buena Manel. Felicidades. Ojalá los que crean este tipo de problema lo leyeran, para que se lo pensaran dos veces antes de malmeter.
ResponderEliminarBesos.
Carmen
Ha sido excelente este trabajo Manel. Conociendo un poco tu trayectoria, a medida que iba leyendo presentía que el final iba a ser, cuando menos, impactante. Así fue. Qué delicia tocayo.
ResponderEliminarInquietante relato, pero muy propio de estos tiempos que corren. Besos tía Elsa.
ResponderEliminarBellísimo!!!!
ResponderEliminarInes
Buen relato. Final inesperado pero algo asi como justicia divina. Saludos y gracias por las visitas a mi blog.
ResponderEliminarTremendo final el del inconcienye joven que se quiere comer el mundo desde su ordenador, como hacedn la mayoria en estos tiempos; por ahora fue un principiante y lo pago caro, pero que tal los que ya son expeertos, cuanto dano causaran...excelente relato...mantiene atento de principio a din...
ResponderEliminarbesos amigo
Qué maravilla de principio a fin! Tus relatos son rápidos, cambiantes, sorpresivos... geniales. Un abrazo maestro!
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