Fuente: Internet y manipulada Joseph/John Merrick |
Se quitó el pestilente y sucio saco que hacía las veces de capucha. Los gritos de horror y pánico se mezclaron con alguna que otra risotada. Contrastaban con la estoicidad o puede que la resignación del hombre. A pesar de la poca claridad del recinto se podía observar con nitidez la asimetría de su cuerpo y las grandes deformaciones de su cráneo, así como los surcos, tumoraciones, papilomas verrugosos y erupciones grisáceas que plagaban su piel. Alguien pidió que lo llevasen a la hoguera. Otros que fuese encerrado en el zoo, con los elefantes. Los que se creían más sensatos empezaron a abandonar el recinto conteniendo los estertores y las arcadas que su moral victoriana les impedía soportar. De la mano firme del doctor Treves abandonó aquel antro lleno de ignominia y bestialidad. En su huída dejaron atrás enanos, payasos que daban miedo, jaulas de leones y tigres, un domador de serpientes y al gordo y seboso director del circo. El coche de caballos los condujo de la carpa que estaba en WhiteChapel Road, enfrente del Hospital de Londres, a la Sociedad de Patología de Londres. Para mr. Treves era su oportunidad. Allí ante la élite clínica londinense explicó su conmovedora y terrible historia. Notaron de sobras el gran contraste que por su manera de hablar y por su cultura tenía respecto a muchos de los habitantes de clase baja de Londres. Le hicieron un sinfín de preguntas a las que respondió con detalle y precisión. Se permitió hasta incorporar elementos literarios a la narración.
—A mi madre la empujaron bajo las patas de un elefante cuando estaba embarazada de mí. Aunque no nací deforme —les explicó. Y añadió que sus deformaciones eran una colección de colinas y valles; que su infancia fue infeliz tras la muerte de su madre, porque su madre sí que le quería.
Muchos de los presentes, hubiesen puesto su mano en el fuego para defender que las deformaciones de aquel ser habrían afectado también su cerebro. Les explicó que hacía dos años que le habían extirpado, en una intervención quirúrgica, la larga trompa que nacía bajo su nariz y le había dado su famoso nombre. Por un instante reparó en las expresiones de pavor de alguno de los facultativos. Pero por amistad hacia Treves aguantó con frialdad.
—¡Soy un hombre! —Sentenció en voz alta a pesar de la dificultad en los labios— ¡Me llamo Joseph Merrick! ¡Soy un hombre! —repitió. Acto seguido se vistió y abandonó la sala ante la estupefacción de los presentes.
—A mi madre la empujaron bajo las patas de un elefante cuando estaba embarazada de mí. Aunque no nací deforme —les explicó. Y añadió que sus deformaciones eran una colección de colinas y valles; que su infancia fue infeliz tras la muerte de su madre, porque su madre sí que le quería.
Muchos de los presentes, hubiesen puesto su mano en el fuego para defender que las deformaciones de aquel ser habrían afectado también su cerebro. Les explicó que hacía dos años que le habían extirpado, en una intervención quirúrgica, la larga trompa que nacía bajo su nariz y le había dado su famoso nombre. Por un instante reparó en las expresiones de pavor de alguno de los facultativos. Pero por amistad hacia Treves aguantó con frialdad.
—¡Soy un hombre! —Sentenció en voz alta a pesar de la dificultad en los labios— ¡Me llamo Joseph Merrick! ¡Soy un hombre! —repitió. Acto seguido se vistió y abandonó la sala ante la estupefacción de los presentes.
© Manel Aljama (mayo 2009)
Nacido Joseph Merrick, rebautizado como John por el Doctor Treves cuyo libro fue la fuente del film "El hombre elefante". Era un hombre culto que fue exhibido como un animal en los circos hasta que lo rescató el médico.
ResponderEliminarEn su día, me impactó tanto la historia, como por supuesto la maravillosa película que catapultó a John Hurt, como actor, a un jovencito Anthony Hockins muy alejado aún de ese otro doctor que le dio la fama, y como no a su director David Linch uno de mis preferidos. No hace mucho vi un documental en el que rastreaba la enfermedad de Merrick hasta nuestros días, y por lo visto, pese a que tan sólo hay, creo, dos familias más afectadas en todo el mundo, es congénita, y pasa de unos a otros. Me duele pensar en esa pobre gente maltratada por algo de lo que no son responsables, unos actos éstos que deberían avergonzarnos, aunque en este mundo tan pendiente de la "buena" imagen no se puede esperar otra cosa. Lo cierto es que si para algo sirvió una película tan bien retratada, fue para que nos diéramos cuenta de que no hemos cambiado nada, seguimos mostrando monstruos en nuestro circo particular, y algunos continúan riéndose sin piedad.
ResponderEliminarBesos.
Carmen
Terrible pensar la cantidad de atrocidades que el ser humana habrá hecho contra sí mismo, a lo largo de la historia, por ignorancia y superstición.
ResponderEliminarY, todavía asusta más que en la actualidad, ante cualquier tipo de deformación, defecto, tara o lo que sea, todavía se vean caras de burla y risa.
En fin, no pierdo la esperanza.
A estos pobres desgraciados, que siempre a través de la historia los ha habido, se les marginó en todas las épocas escondiéndolos donde nadie pudiera verlos. Las familias, avergonzadas de tener en su seno a un deforme, los ocultaban de por vida por miedo a las consecuencias que pudiera reportarle ser "culpables" de tamaña aberración. Todo se debe, una vez más, a esa arcaica institución que se hace llamar Iglesia Católica. Desde el antiguo testamento se nos enseñó que un hijo deforme es el producto de los pecados de sus padres y como castigo por sus abominables actos recogen el fruto de lo que sembraron: un engendro. Por lo que es fácil adivinar el porqué de esa cruel marginación; sacándolos a la luz se ponía en evidencia la moral viciosa de la familia. ¡Un total y absurdo despropósito fomentado por mentes enfermas y decadentes que nos han guiado durante siglos!
ResponderEliminarSaludos Manel.
Una historia impresionante! Cuanta desdicha puede soportar el Ser Humano y cuánto amor hacia el ser que le había dado la vida, seguramente ella misma le habría instruído pues denotaba ser inteligente. Muy buen post. Rosa
ResponderEliminarConcuerdo con el comentario de RosaMaría...
ResponderEliminarLa ambientación de la obra fue en otra época,pero creo que marcó un hito muy importate ,para estos seres castigados por la naturaleza...y gracias a Dios que lo descubrió un cientifico no?
¿Qué suerte correria un personaje así en esta era?
besitos
soni
La apariencias engañan,detrás de un hombre de horripilante aspecto ,se escondia un intelectual.