Dolores era una mujer que hacía honor a su nombre y sus padres le habían antepuesto el cristiano "María de los". Vivía en un distrito en constante transformación. Así, la peluquería del barrio, la de Mari Carmen, la "de toda la vida", había pasado a manos de unos simpáticos chinitos. Al frente estaba una jovencita, Sun Li, que dominaba tres idiomas. La pobre Dolores padecía eso, "dolores". Ya le tocaba un poco de tinte para tapar las canas y decidió acudir a los chinos desoyendo las advertencias de sus amigas que le decían que era un sitio raro y sólo para chinos. Entró en el establecimiento y comprobó que los propietarios apenas habían hecho cambios. Bueno, divisaba al fondo del local una cortina oscura. Era la antigua trastienda. Sun Li, la jefa se presentó, parecía muy amable y simpática. Dolores explicó a la joven que quería teñirse y cortar un poco, en especial aquellos cabellos que ya no tenían fuerza ni para agarrar el tinte. Al sentarse dijo que le dolían las cervicales, los hombros y parte de la zona lumbar.
—“No se pleocupe señola Dololes. ¿Quiele un masaje especial pala las celvicales?”
Dolores se quedó sorprendida. Nunca había recibido ningún masaje y ahora aquella chinita sonriente con una dentadura blanquísima como la nieve virgen le estaba ofreciendo algo que siempre había deseado. Aceptó. La peluquera le hizo pasar detrás de la cortina. Había pequeños departamentos separados también por cortinajes. La chinita anotó algo en un papel que dejó en la mesilla. Le hizo quitarse la ropa y tumbarse boca abajo en la camilla. El sitio era sencillo, sin lujos, pero acogedor. Le hizo extender los brazos para relajar los omoplatos. Le dijo que cerrase los ojos y que se dejase hacer.
Sintió un como un algo viscoso y frío se depositaba en mitad de su espinazo. Luego, creyó sentir unas manos suaves y expertas que repartían la viscosidad fría por toda su espalda. A poco, el frío, y los escalofríos que recorrían toda su columna, se empezaron a transformar en un calorcillo agradable. Se dejó llevar. Parece que perdió la noción del tiempo. Estaba en manos de las sensaciones. La tibieza del masaje hacía de las suyas y empezó a notar como una especie de calor y humedad en su bajo vientre. Le pareció que era una sensación conocida pero que había quedado en el fondo de la memoria. Casi la había olvidado.
En un estado entre vigilia y sueño quiso abrir los ojos pero no podía. La sensación agradable y placentera podía más. Simplemente había asumido "relájate y disfruta". La humedad de su bajo vientre era más que notoria pero nada podía hacer. El gozo podía más. Ahora se había sumado un cosquilleo en la zona del ombligo y en las puntas de los dedos de los pies. Se notaba llena. Algo estaba dentro de ella pero simplemente siguió la corriente. Movió el brazo derecho y empezó primero a chuparse y después a morderse el pulgar. La respiración se le aceleraba pero estaba sumida en una sensación agradable. Seguía con los ojos cerrados. No quería estropear nada. El gozo era ya placer. Percibía su sudor pero seguía sintiéndose a gusto. De pronto un escalofrío recorrió su columna desde el bulbo raquídeo hasta el cóccix. Luego perdió el control de sus piernas y sintió como su bajo vientre se venía abajo. Sintió Calor, ardor, placer y algo parecido a lo que sentía cada vez que iba a orinar después de aguantarse durante mucho rato. Se durmió con el dedo en la boca.
—Señola Dololes —Sun Li le despertó con la misma sonrisa.
—¡Uff! me he quedado dormida. ¡Oh! ¡No me duele la espalda nada nada...!
Dolores se incorporó. Estaba completamente desnuda y ella creía recordar que las braguitas se las había dejado puestas. Sun Li, recogió el papelito de la mesilla. Ella misma le cortó el pelo y le hizo el tinte. Llegó la hora de pagar.
—¿Cuánto te debo?
—Ciento vinte eulos.
—¿Tanto?
—Si señola Dololes. Mile, —le enseñaba el papel—, un masaje, ofelta de la casa, 40 eulos. Coltal y teñil 20 eulos, un masaje feliz de Yu Li, 60 eulos. Si no puede pagal no se pleocupe. Se lo puede contal a sus vecinas pala que vengan...
© Manel Aljama (junio 2010)
Fuente fotografía internet.
GENIAL,MANEL, GENIAL!!!
ResponderEliminarQué original, qué bien escrito, qué ameno y qué relajante!!!
Es una historia PERFECTA!!!
Me ha encantado!!!
Besos, artista.
Ha sido muy relajante leerte (jeje). Un relato muy original y divertido.
ResponderEliminarBesos
No necesita decirme nada, con haberte leído, es suficiente propaganda, aunque tú, tan discreto, no has ni mencionado el distrito y tendré que extender mis tentáculos de "pulpa" gallega para averiguar el lugar en el que funciona esa estupenda peluquería.
ResponderEliminarJajajajajajaja.
Me ha encantado Manel, divertido, inusitado, ágil, sencillo y completo.
Perdona, no digo más porque quiero empezar a buscar ya.
Bicos.
Muy bueno yo quiero ir jaja! Besos tía Elsa.
ResponderEliminarNo sé si es un relato o una crónica. Seguramente detrás de todas esas cortinas oscuras deben hacerse muchos masajes felices. Es lo que en comercio se entiende como "calidad que sorprende".
ResponderEliminarUna buena historia, y como siempre muy bien escrita.
Un abrazote, majete.
Fran
Tienes buen sentido de humor ,amigo...y con propaganda incluida eh?
ResponderEliminarTremenda volá que se pegó la Dolores!!
besitos
soni
Muy bueno , muy bueno, me hizo gracia aquello del "masaje feliz" ¿estás seguro que quita el dolor de las cervicales? abrazotes
ResponderEliminar!Que divertidoooo! Sin duda la pelu promete, ya veras la de visitas que tiene en cuanto Dolores hable por esa boquita... ja,ja,ja, menudo exitazo, fíjate que por 60 eurillos de ná te quitan el dolor de cervicales, el de hombros, el del lumbago... y tu, goza que te goza, relajá como un angelito durmiendo con el dedín en la boca... buenos tela, eh, los masajillos del Yu Lí son buenos, no cabe duda... ea, y la Dolores saliendo de la pelu talmente como una rosita de pitiminí !anda que no!... a ver Manel, santo y seña ¿donde está la pelu?, no te lo calles ahora hombre, que to el mundo sabe que la realidad supera a la ficción, así que cuenta, cuenta...
ResponderEliminarja,ja,ja,ja,ja, está genialísimo de la muerte el relato. Me ha encantao.
Mil besitos gordotes.
Jajajaj, exacto. Extraordinaria narración, Manel. Casi me he sentido en el cuerpo de ella, pero sin final feliz.
ResponderEliminarExcelente trabajo, amigo.
Un abrazo.
Gracias a todos por vuestros comentarios a este ejercicio basado en la más pura realidad "Peluquerías de Final feliz".
ResponderEliminarAmelia: Gracias por tus palabras pero me taperé los oídos ¡no sea que me entre pereza!
Eau (Euria e Idoia): Muy agudo tu comentario
Fonsilleda: Ja ja no tienes más que venir por aquí por Barcelona y aunque el texto está disfrazado literariamente, estas peluquerías, como las meigas, no existen, pero haberlas haylas...
Tia elsa: Ya sabes, ven por aquí...
Fran: juegas con tramapa, ¡conoces la realidad!
Sonia Antonella: Intento tener sentido del humor porque si no...
Pamela: No no estoy muy seguro de que quite el dolor de las cervicales pero quita el dolor :) en general
amp: Te voy a decir lo mismo que a Fonsilleda, no existe así como las escribo, pero haberla haylas y es que la realidad supera a la ficción.
Manuel: mejor el masaje que una extracción de sangre arterial ¿no?
Un abrazo
Molt bò :) i molt ben escrit i descrit, jeje
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