de "One flew over the cuckoo's nest (1975) |
Quiero imaginar una canción
Temblaba. No era la primera vez. Sabía cada detalle de lo que venía a continuación. Le introducían un objeto extraño en la boca y de repente, un destello, un interminable estallido que lo dejaba todo blanco. Una eternidad que parecía no tener fin. Un dolor que se repartía por toda la médula desde su cerebro hasta la punta de sus pies.
—¡No te quejes! ¡Es por tu bien! ¡Para sacarte esa manías que tienes! ¡Porque sabemos que eres rarillo! —escuchó una voz gruesa, como de fumador.
Para sus adentros él imaginaba o quería imaginar que estaba lejos de allí, que tarareaba una canción. Una melodía que le tranquilizaba y que paliaba la brillante intensidad del sufrimiento.
Doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo
—¡No te quejes! ¡Es por tu bien! ¡Para sacarte esa manías que tienes! ¡Porque sabemos que eres rarillo! —escuchó una voz gruesa, como de fumador.
Para sus adentros él imaginaba o quería imaginar que estaba lejos de allí, que tarareaba una canción. Una melodía que le tranquilizaba y que paliaba la brillante intensidad del sufrimiento.
Doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo
Imagino una canción
No podía escuchar ya las últimas palabras del hombre de la bata blanca al que llamaban doctor. Su mente estaba lejos, muy lejos de allí, tal vez a mil kilómetros o más. Entonces Holly, un individuo flacucho y vestido de manera extravagante que viajaba haciendo autostop, corría buscando un refugio de las pedradas que le estaban lanzando los conductores que lo habían confundido con una mujer fácil y gratuita. Alguno de los cantos alcanzó en el blanco. En vez de dolor empezó a escuchar una canción.
Doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo
Otra descarga de luz cegadora llenó esta vez de oscuridad la sala. Tras el destello las voces que se oían lejanas no paraban de repetirse:
—Es por tu bien, Lou, ¡por tu bien, muchacho! ¡No puedes vestirte con las ropas de tu madre! ¡Eso está muy mal Lou!
Y se mezclaban con una melodía que le era familiar:
Doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo
Doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo
Otra descarga de luz cegadora llenó esta vez de oscuridad la sala. Tras el destello las voces que se oían lejanas no paraban de repetirse:
—Es por tu bien, Lou, ¡por tu bien, muchacho! ¡No puedes vestirte con las ropas de tu madre! ¡Eso está muy mal Lou!
Y se mezclaban con una melodía que le era familiar:
Doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo
Vivo la canción
Le socorrió Candy, la muchacha de moral ligera. Ya había probado la lluvia de piedras. Compartía su música y era una mujer vestida de mujer. Le escondió en su camioneta. Holly encontró allí ropas de hombre. Hizo un esfuerzo y se cambió.
—¡Déjate crecer la barba y no te pintes los labios, babe! Por estas tierras no perdonan los equívocos. ¡No quieren alegría ni mucho menos extravagancias! ¿No escuchas como una canción?
Doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo
Una tarde, a la salida del templo metodista, el psiquiatra del electroshock fue atropellado por un coche que tenía la radio encendida y a todo volumen. Sonaba una melodía muy pegadiza. En el auto iban Holly y Candy que se habían hecho pareja gracias a los guijarros. No les pudieron identificar así que siguieron su camino y vivieron felices.
Everybody had to pay and pay
Said, honey, take a walk on the wild side
Doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo
—¡Déjate crecer la barba y no te pintes los labios, babe! Por estas tierras no perdonan los equívocos. ¡No quieren alegría ni mucho menos extravagancias! ¿No escuchas como una canción?
Doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo
Una tarde, a la salida del templo metodista, el psiquiatra del electroshock fue atropellado por un coche que tenía la radio encendida y a todo volumen. Sonaba una melodía muy pegadiza. En el auto iban Holly y Candy que se habían hecho pareja gracias a los guijarros. No les pudieron identificar así que siguieron su camino y vivieron felices.
Everybody had to pay and pay
Said, honey, take a walk on the wild side
Doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo, doo
© Manel Aljama (agosto 2009)