martes, 8 de junio de 2010

El viejo tío Vania


El frío se colaba por las rendijas que tenía el vagón. Era tan intenso que podía casi tocarse. Pero el joven profesor Serebriakov no estaba interesado en comprobarlo de forma empírica. Viajaba hacia Saratov. En San Petesburgo las cosas se habían puesto un poco complicadas para los que no eran totalmente afectos al nuevo régimen.  Quizá había elegido aquel destino estepario porque allí debía vivir todavía Voinitzi, un familiar al que sus padres llamaban "el viejo tío Vania".  No sabía mucho de ese pariente pues apenas se habrían cruzado unas pocas cartas. Tenía entendido que de joven había sido sastre y que, ya retirado, tenía simpatías por los bolcheviques.
Cuando bajó del tren no había nadie esperando en el andén. El convoy prosiguió su marcha en medio de una enorme nube gris de vapor helado que estaba a punto de licuarse. El sol allí era del mismo tono que la niebla. Salió de la desvencijada estación que amenazaba ruina y lo encontró allí, vestido de forma desaliñada, con un cigarro clavado en sus labios resecos y enarbolando una botella de vodka.  Se saludaron efusivamente y Serebriakov agradeció el trago y se disculpó porque tenía que resolver unos asuntos administrativos, entre ellos un lugar donde dormir y la escuela donde enseñar. Le asignaron un lujoso palacete de esos que habían sido expropiados a la nobleza. El establo junto a su domicilio lo habían convertido en escuela popular de Saratov, su lugar de trabajo. Quedaron a la hora de comer y gracias a la literatura se hicieron amigos. El profesor había escrito un modesto libro de poesía de escaso eco en aquellos tiempos tan duros. Por contra su tío, llevaba escribiendo cuentos en secreto. El sobrino era admirador de Chejov. El anciano le enseñó una de sus historias y el sobrino le animó a que las difundiera pues creyó que eran tanto o más buenas que lo que escribía Gogol.
Tío Vania llevaba una tertulia literaria en las dependencias de su antiguo negocio. Allí acudía con regularidad un reducido grupo de campesinos al que se unió el sobrino.
—¡A mí me importa un carajo lo que dice Chejov! —solía responder Vania cada vez que el joven recordaba las normas mínimas para que un cuento pudiese ser leído y comprendido por más gente. 
—No es obligatorio. Pero es similar a las reglas de conducción de los automóviles. ¿Qué me dices si cada uno circula por donde le da la gana?  Tiene que haber un mínimo de leyes —replicaba Serebriakov.
—¡Pues yo escribo como quiero, hasta con faltas! —concluía Voinitzi secundado por las risotadas etílicas del resto de contertulios mientras hacía equilibrios para que la ceniza del cigarro no le cayese en la pechera.
Con el tiempo Serebriakov se integró en la comunidad y se casó con una joven del lugar. Dejó de frecuentar las reuniones y tío Vania se alegró pues así él podría volver a controlar el coloquio de aquellos labriegos sin ningún tipo de oposición.  Murió Lenin y retornó a San Petesburgo dejando a su esposa al cargo de la escuela. Allí publicó su segundo libro. Tío y sobrino intercambiaron telegramas. Vania quería una opinión sobre uno de sus cuentos, "La casa de la estepa". Serebriakov lo encontró de gran calidad pero con una inverosimilitud:  "Tío, tu personaje es un fantasma que tiene la habilidad de sudar y eso confunde a los lectores".  "Suda si yo quiero", respondió airado y ciego de aguardiente el pariente en otra misiva donde además intentaba señalar múltiples errores de su libro. El sobrino respondió que las erratas ya las había corregido y que le estaba agradecido por ello, pero que aquella frase estaba gramaticalmente bien.
—¿Y tú como sabes todo eso?
—¿Tío, no recuerda que soy profesor? Además lo consulté en los manuales de gramática.
—¡Te has endiosado porque eres profesor! ¡A mí me corriges y tú no me aceptas nada! ¡Los labriegos tendrían que estar en las cátedras! ¡Una oveja tiene más conocimiento que tú! —Insistía airado y enrojecido por los litros de vodka—, ¡Te acordarás de tu soberbia! ¡No necesito para nada tu ayuda! Voy a presentar mi libro en la casa del pueblo, y tienes que venir, es obligatorio.  No hubo más correspondencia.

Stalin se hizo con el poder soviético y Serebriakov abandonó la ciudad. Estaba confundido. Lamentaba no haberse exiliado en París. Volvió con su esposa. Llegó el día después de que Vania fuese encumbrado por los comunistas más radicales. Al llegar a casa lo comprendió todo. La habían registrado de arriba a abajo y le habían requisado muchos libros. Ya no era el maestro. Su puesto se lo habían dado a un tertuliano de Vania.  Ya era tarde, muy tarde pues el tío había denunciado a su sobrino, el cual fue deportado a un gulag donde murió semanas más tarde víctima de la tuberculosis.

© Manel Aljama (mayo de 2010)
Ilustración: Van Gogh, Old man putting dry rice on the hearth (1881)

19 comentarios:

  1. Que me perdone Chéjov, donde esté, por usar sus personajes en una historia un poco distinta a la suya. No soy el primero y Chéjov ha sido un ejemplo para muchos escritores del siglo XX como Tennessee Williams, Raymond Carver o Arthur Miller.

    Espero también que comprenda que ahora, sobre todo ahora, corren otros tiempos y soplan otros vientos. Por eso, si hubiese sobrevivido a sus enfermedades (murío a los 44), por lo menos hasta la llegada de Stalin, otro gallo, digo otros textos igualmente buenos habría hecho en el exilio.

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  2. Un poco cabrón el tío... Muy buen texto y muy bien escrito. Ójala algún día mis relatos se parezcan un poco a los tuyos.

    Saludos,
    Sara.

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  3. Una historia tierna pero con gran incomprensión entre los personajes. El tío Vania actuó según la lógica de su tiempo y sobre todo por lo costumbrista del personaje. Me encantó como todo lo que escribís. Beso.

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  4. Nuestra historia ha sido una intensa lucha entre la ignorancia y el conocimiento, las cazas de brujas se han hecho en muchas formas, la inquisición, las revoluciones, la persecución de los comunistas en usa, las dictaduras latinoamericanas, y podríamos seguir enumerando por horas.
    Un abrazo.

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  5. Has sabido mantener muy bien el estilo sobrio de los rusos. No te has dormido en laureles, llevando muy bien a los personajes, robados jeje o no, dónde querías. Me ha gustado mucho, pese a ese final triste e injusto para el maestro. Radical salió el tío, mira por dónde yo pensaban que acabarían ayudándose o al menos llevándose bien jeje, pero entonces no se hubiera parecido a un cuento ruso digo yo. Me suena eso de discutir sobre si las normas están para seguirlas o para romperlas en el cuento... Me gustó mucho.
    Besos.
    Carmen

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  6. Una buena historia Manel, con sentimientos encontrados, donde el orgullo y el menosprecio llevan al tragico final.
    Eso de seguir normas..... a muchos no les va, y no por eso son malas personas, por que al tio Vania, le pudo la prepotencia
    Besos

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  7. Estupenda narración a pesar de Chejov, o quizá precisamente gracias a él ¿verdad?.
    Has salido hoy desde las páginas de una Rusia lejana para nosotros, pero con la verosimilitud que te dan lecturas y amores.
    Como el amor que profesas, igual que yo, a Van Gogh

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  8. Glorioso despliegue de fantasia y realidad...sin más que añadir a la Magia Rusa que con tanta maestría acabas de esculpir. Me quito el sombrero amigo :)
    Favole

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  9. Lo admito, no conozco en profundidad la obra de Chéjov, pero tu relato me ha encantado, y sobre todo el punto de vista de tío Vania que se resume en la frase “Suda si yo quiero”. Genial!

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  10. A mi de Rusia, lo que mas me gusta es la ensaladilla y de la Estepa, los polvorones.
    Nos vemos en mi ventana, gracias por avisarme.
    Un abrazo

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  11. Me ha encantado el relato. Los personajes muy bien definidos y la historia preciosa. El viejo gruñón es todo un personaje. El final es muy dramático y muy bueno.
    Un abrazo

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  12. Un relato impresionante Manuel, donde se abrazab realidad y fantasía, el final me ha entristecido enormemnte.
    Debo felicitarte por la facilidad y la imaginación que derrchas en la historia, ha sido un placer leerte
    Un abrazo
    Stella

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  13. Muy bueno... Chejov, no solo que seguro te perdona, sino que además se hubiera sonreido con esta dulcificación del final, con el cambio de rumbo que le has dado, que, en vez de hacer recaer la continuidad de su vida miserable en el tio Vania y en su sobrina, "ajusticias la trama" mandando deportado al inútil del profesor... muy bueno, sin duda, el personaje merece mucho más este final que aquel !sin duda! ¿sabes?, la primera vez que supe del tio Vania fue porque ví esta obra en el teatro Lope de Vega, ya hace muchos años... eran unos actores desconocidos, -al menos para mí-, pero la representación fué espléndida, y me encantó.

    Un besote, ya sabes, la mar de gordísimo

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  14. Manel, espero y deseo que no sea nada de mucha importanci lo que te sucede.
    Es que me he quedado un poco "mosca".
    Volveré para ver cómo va todo.
    Cúidate

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  15. Gracias Manel por acordarte de mi.

    Qué texto mas ovieticamente sovietico, lo has bordado, seguro que Chéjov estará orgulloso si es que está en algún sitio.

    La dureza del esa Rusia transitando por sus caminos m´s duros, qué mala es la ignorancia y la mente rígida de algunos.

    Me pareció buenísimo, no es peloteo .

    PD me dice Ana que algo te pasa, espero que no sea nada demasiado serio

    besote

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  16. Sara: Gracias por tu visita, por leer y por comentar. Espero que vuelvas.
    Rosa María: Interesante tu punto de vista.
    Luís: Das en el clavo con "caza de brujas" pues sirve para cualquier contexto.
    Carmen: Tus palabras me hacen sonrojar... intentaré mantener el nivel.
    Cele: También aportas algo. Efectivamente el tío Vania era todo aquello que acusaba a su sobrino. Los piscólogos dicen que es "proyectarse".
    Ana (fonsilleda): me encanta que te también te guste Van Gogh y los cuentos rusos.
    Tropiezos: Gracias por tu visita y esero que vuelvas.
    María: También me vas a hacer sonrojar. Gracias de todo corazón por tus palabras.
    Angel: Tu gracia es necesaria y viene bien cuando la realidad de cada día es como es o quizá peor que en mi cuento. Gracias.
    Eauria: Si te ha gustado mereció la pena el esfuerzo. Intentaré seguir la línea.
    stella: si te ha conmovido el cuento es que he conseguido para de los propósitos al escribir.
    apm: ¿De veras me perdonará? Si lo dices tú, seguro. Si no, te llamaré para que me eches una mano antes de que agarre... :)
    ana: mi salud está tocadilla pero creo que la medicina oriental y recluirme en un templo tibetano me salvará...
    froliuba: os lo he comentado en privado. He estado mal pero la preocupación me "comía más". Aflojar el ritmo sin dejar de hacer algo ha sido bueno.
    Namasté

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  17. Carmen Rosa Signes16 de junio de 2010, 12:32

    "Está genial, ya dejé comentario en tu blog, pero me ratifico en todo lo que he escrito. Me ha gustado mucho.
    Besos"

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  18. Excelente cuento Manel. Has sabido darle a cada personaje su propia personalidad, si salirte de las estepas rusas.

    Leo por aquí que tienes "algo" cuenta conmigo.

    Un abrazo.

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  19. Vayaa con el Tio...una comnibacion explosiva de idealismo y alcoholismo...de pronto de me fui con la idea de alguna reconciliacion, pero la tragedia llego invitada de una traicion...me gusto la ambientacion...sobre todo en las tertulias del viejo...casi huele...

    un beso Manel...un placer como siempre

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Gracias por tu colaboración.