Esperaron durante más de tres horas. La estancia estaba muy fría. Las paredes oscuras y espartanas tenían la pátina oscura que deja el paso del tiempo en los lugares públicos. El suelo era de tierra, las baldosas se habían gastado hacía mucho tiempo. Al matrimonio, a pesar de ser sus integrantes ya mayores, estaba habituado a las situaciones más duras y la demora en esas condiciones no le importaba demasiado. La cancela metálica se abrió por fin y el oficial, vestido de solemne uniforme gris y tocado con su gorra de plato a juego, se aproximó a los visitantes. Les hizo entrega de una bolsa de plástico negra, de esas que se hacían servir para la basura. Dentro había dos piezas de ropa, una camisa a rayas y un pantalón oscuro, quizás gris. Cuando tuvieron la camisa en sus manos vieron que estaba llena de salpicaduras que podían ser de sangre.
—¿Y esas manchas? —preguntó la madre del detenido dirigiéndose al policía.
No respondió y se giró como si nadie hubiese hablado. El marido le cogió el brazo y tiró de ella para que abandonasen el lugar. Quizá fuera podrían serle de más utilidad.
—¿Y esas manchas? —preguntó la madre del detenido dirigiéndose al policía.
No respondió y se giró como si nadie hubiese hablado. El marido le cogió el brazo y tiró de ella para que abandonasen el lugar. Quizá fuera podrían serle de más utilidad.
© Manel Aljama (abril 2009)
* Fuente fotografía internet, periódico Le Monde
Creo que este crudo micro relato lo leí hace ya algún tiempo. Sin embargo has acertado al publicarlo de nuevo ya que hoy hace exactamente 34 años que desapareció para siempre el dictadorzuelo Franco.
ResponderEliminarLa imagen de la bolsa de basura dice mucho de las formas tan brutales que se gastan en algunas épocas en que el sistema se permite el lujo de prescindir de los derechos humanos. Huele a dictadura cruel, a represión y barbarie.
Escenas como esa siguen en la memoria colectiva, aún muy cercanas en el tiempo.
¡Georges Moustaki!, cuánto tiempo. Ha sido un placer volver a escucharle.
ResponderEliminarEn cuanto al relato, no me había ni dado cuenta de que hoy era día 20.
El micro es duro, con una crueldad implícita que deshace (o deshizo) familias, que pone de relieve algo que por suerte ya no está y que dispara la imaginación a toda suerte de perversidades.
Parece mentira que algo tan corto pueda llegar a remover, historia, memoria y dolores, aunque sean los ajenos.
Y esa camisa que dejas como un símbolo...
¡EStupendo!.
Gracias por volver a ponerlo (si es así) porque yo no lo conocía.
Bicos.
Yo tampoco lo conocía, pero la fecha, tristemente, se relaciona a la perfección con ese relato que la juventud actual casi cree que es exagerada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como dice Andrés, esta escena aun sigue en la memoria de muchos. La pena, es que en la memoria de las nuevas generaciones parece tan sólo una película más, "una de esas leídas y tan aburridas que ponen en la dos"
ResponderEliminarSimplemente me encantó. Es realista y te sitúa muy bien en las circunstancia que rodearon esa época, que parece que algunos que no la conocieron ignoran que fue oscura y muy triste, sobre todo si tenías ideas distintas a las de ellos o querías alzar la voz y compartirlas. Imagino que la culpa de que las nuevas generaciones no reconozcan el pasado, la tienen en parte también los padres (cuando murió Franco, como Manel, tenía catorce años y digamos que las cosas las veía con los ojos de mis mayores, pues aún comenzaba a despertar y no dejaba pasar nada, al tener un hermano mayor que se movía contracorriente de la sociedad). Lo mismo que olvidamos, de un día para otro, qué tiempo hace, o qué comimos, prefieren ignorar hechos que nos avergüenzan y ponen los pelos de punta. En mi memoria muchas cosas, entre ellas que no había nunca suficiente para comer, y si querías tenerlo, tenías que trabajar como un burro, mi padre tenía tres empleos y no sé cómo aguantaba. Gracias por traer este relato un día como hoy. Siempre es bueno sacar las cosas fuera del álbum de fotos, y recordar.
ResponderEliminarBesos.
Carmen
No está demás enterarse sobre todo los horrores cometidos como para darnos cuenta que todo lo sucedido no debe volverse a repetir... lamentablemente el ser humano suele perder la memoria cuando le conviene. Espero que tanto en España como en Alemania esto nunca vuelva a ocurrir.
ResponderEliminarImpactante el mini relato.
Recibe muchos saludos desde Berlín.
Pues a mi....me ha erizado la piel, el simple hecho de saber que estas cosas ocurrian me trastoca
ResponderEliminarUn abrazo Manuel
Stella
Un relato intenso para una escena estremecedora.
ResponderEliminar¡Saludos!
Cuando comencé a leerlo me pareció conocido, pero no estoy seguro. Sea como fuere está muy bien puesto en esta fecha.
ResponderEliminarEs un relato duro, triste y desgraciadamente, con muchos visos de realidad, lo sé bien.
Es bueno recordar estas cosas, para no volver a cometer los mismos errores y que las generaciones nuevas vean que no es una historia del abuelo, que ocurría tal cual.
Gracias por compartirlo Manuel.
Un abrazo.
Manel, me ha gustado mucho este micro relato, sobre todo por la intensidad, la transmisión de miedo y de crudeza y de soledad y de prepotencia y de dolor, la asfixia, esa falta de aire y de libertad... tiempos duros, no los viví por suerte, pero sí que tengo referencias de ellos por algunas personas.
ResponderEliminarCuando murió Franco yo era una niña, no tengo nociones claras de entonces, lo que sí recuerdo muy bien es aquel día que fuí con mis padres al colegio de mi hermana a votar, era la primera vez que veía una urna, y las cabinas, y una mesa electoral... y recuerdo perfectamente la imagen de mi madre votando la Constitución y todas esas idas y venidas de personas por el colegio yendo o viniendo de votar, el colegio bullía como una feria pero sin algarabía, algo así como un caos ordenado
Un besote, ya sabes, de los gordos
Tantas madre e hijos recogen esas prendas tantas veces a través de la historia del depredador más cruel que haya.
ResponderEliminarGracias Manel por tus escritos.
Ana Lucía
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La descripción en si cuenta ya una historia...sea de quien sea, se puede sentir la mano despótica.
ResponderEliminarMe gustó porque dejas mucho para la imaginación.
besitos
soni