domingo, 10 de julio de 2011

Son órdenes

La estancia era muy pequeña, más bien estrecha. Había escasez de luz. Tan sólo una lámpara flexo encima de una mesa metálica que enfocaba y que casi encandilaba al individuo que estaba atado a una silla. Tenía la cabeza dejada caer sobre el hombro izquierdo. Sus ojos estaban cerrados y los pómulos le ardían. Un hilillo de sangre se deslizaba por la entreabierta comisura de los labios. No estaba muerto pues se escuchaba un fatigoso y esforzado resuello. Se abrió una puerta y entró un poco más de luz. Irrumpieron dos individuos que descendieron los dos escalones que se elevaban sobre la entrada del cuarto. Cerraron la puerta.
—¡Vaya! ¡El nene se ha dormido!—dijo el que llegó primero a las proximidades del reo.
—¡Pues le despertamos! ¡Faltaría más! —dijo el segundo al tiempo que propinaba un puñetazo en el plexo solar del torturado que se quejó y soltó una bocanada de saliva sanguinolenta.
—¿Quieres más? —le interpeló quien acababa de propinarle el golpe. No respondió. Pero el goteo empezaba a ser hemorragia. El verdugo hizo un ademán de asestarle un golpe en la cabeza pero el primero le detuvo el brazo con firmeza.
—¡Espera un poco! Todavía tiene que durar.
—¡Menudo golfo! —respondió pero vociferando al martirizado— ¡Menuda suerte tienes!
Su compañero subió la breve escalera de dos peldaños y alcanzó la puerta. Salió dejándola entornada con la habitación sumida en una oscuridad rota únicamente por la incandescencia del flexo. No tardó demasiado. Volvió trayendo consigo un balde metálico lleno de agua que brillaba en la penumbra.
—Ten —dijo dirigiéndose a su compañero para que cogiese el cubo—, le daremos un descanso.
El otro lo agarró con las dos manos, dio un paso hacia atrás y le arrojó el contenido. El hombre casi se ahoga. Empezó a toser sin atreverse a abrir los ojos. Enderezó su cabeza. El transportista del agua bajó un poco el flexo quizá para que no se cegase del todo.
—¡Venga! ¡Confiesa de una puta vez! ¡Lo sabemos todo!
—¡Quiero ver a mi abogado! —respondió con voz entrecortada el recluso.
—¿Para qué? ¿Para que tengas un juicio justo? ¿Para que pagues una multa? ¿Para ser más justo? —respondió el agresor—. Ese no es nuestro estilo. Ya estamos cansados y ahora aplicamos nuestras propias reglas y nuestro propio método. ¿Has entendido?
—Nosotros —añadió el que parecía tener más dotes de mando—, obedecemos órdenes. Se nos ha dicho que has comprado música en el “top-manta”; y además tenemos las pruebas. Desde la sociedad de autores nos han dicho que te demos un escarmiento y que acabemos contigo. ¿Qué ganamos llevándote a la justicia? ¿Responde?


© Manel Aljama (febrero 2009)
Publicado con anterioridad en marzo de 2009: Son órdenes

8 comentarios:

  1. ja supongo que a veces se quisiera llegar a ese extremo!!
    Muy bueno, ni me imaginaba el final!!

    Saludos!!

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  2. Texto muy bien escrito, como siempre. Y yo acordándome después de lo que ha pasado últimamente en la SGAE y Teddy Bautista.
    Besos, Manel.

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  3. Efectivamente, el más débil siempre paga por los errores ajenos. Ingeniosa narrativa, como siempre.
    Besos

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  4. Me imagino a Ramoncín golpeando a uno de nosotros. En fin, es solo cuestión de darle una vuelta más a la tuerca, porque sin ser físico, ya golpean nuestro bolsillo lo suficiente, con lo que se quedan de las compras "legales" que hacemos.

    Un abrazo, majete.

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  5. El hilo siempre se corta por más delgado. Muy bueno, con un final inesperado. Mucho talento hay en cada historia. Excelente. Un abrazo.

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  6. Menuda panda de sinverguenzas los de la SGAE... los delincuentes son ellos ¿te acuerdas de aquel caso en el que a unos novios les hizo pagar por poner música en su boda?... y como este caso, ciento cincuenta mil... si los ladrones de guante blanco son ellos: ellos y solo ellos. No soy vengativa, pero me gustaría que ahora les cayera todo el peso de la justicia, como ellos mismos han hecho con tantos otros pobrecitos, que tomen de su propia medicina.
    Muy bueno el relato Manel... que, si efectivamente no es con violencia física (como aquí), sí que se han pasao veinte pueblos con otro tipo de violencia !vamos, anda que no!

    Mil besitos gordotes

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  7. L'Ana Fondevila ha publicat al teu El mur.
    "No sé porqué no he podido dejarlo en tu blog, así que, ante la imposibilidad y para ir reincorporándome (espero conseguirlo), te dejo aquí el comentario a tu último post. Bicos.
    No lo he pasado bien leyéndo Manel.
    A pesar de la dureza del micro, la ironía y el sarcasmo están espléndidos.
    Aunque me pondré al día, quiero decir ya que es un placer pasar.
    Bicos."

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  8. Aunque en México no se conocen algunos términos me queda clarísimo quien es quien y la verdad me gustaría mucho que se cambiaran los papeles para que los golpeados de verdad sean ellos.
    Gracias Manel, como siempre un placer leerte.

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Gracias por tu colaboración.