Regreso del Futuro 2
DICIEMBRE DE 1984. Se encuentran dos amigos, Matías y Lucas, que hace mucho tiempo que no se veían. Matías parece un indigente, pues viste con unos pantalones bastante gastados y su camisa es de un color indefinido. Puede que en algún momento fuese beige, pero en ese momento resulta muy difícil determinar su color original. A Lucas se le ve muy bien.
Lucas hace un amago de darle un abrazo, pero avanza primero su mano que el otro acepta. Se miran y se dan el abrazo.
— ¡Cuánto tiempo, Matías! — dice Lucas mientras da un paso hacia atrás para repasar su amigo de arriba a abajo.
— ¡A ti sí que se te ve bien! — responde Matías.
— ¡Hombre! Los años no pasan en balde… Ya no podías subir las escaleras, tuve que vender el piso y me fui a vivir con mi hija…, y el imbécil de mi yerno. ¡Pero bien!
Se hace un corto silencio. Entonces Lucas intenta salvar la situación y ayudar a su amigo.
— No hace falta que me digas nada. No se te ve muy bien. ¿Puedo ayudarte en algo?
— Gracias, pero no. Prefiero la libertad.
— Hombre, ahora tenemos libertad.
— ¡Ja! Antes de que os deis cuenta, ya no la tendréis. Yo duermo donde puedo, pero no te voy a contar mi vida. A veces tengo sueños y el otro día tuve como una pesadilla. No me atrevo a llamarlo premonición. ¿Te lo puedo contar?
— Sí, anda. Yo tengo todo el tiempo del mundo.
— ¡Y yo!
— Pues como te decía, en el sueño me vi en el futuro, creo que era dentro de cuarenta años, en el 2024.
— ¿Y?
— No me creerías…
— ¡No sé! Te he pedido que me lo cuentes.
— Pues sigo. Pero no me interrumpas. Si te parece que todo está muy caro, te vas a enterar de como va a ser dentro de cuarenta años — Matías hace un gesto con la mano para insistir a su amigo que no le interrumpa —. Para empezar, hay una nueva moneda para toda Europa. La llaman el Euro. Pero para lo único que sirve es para que todo sea mucho más caro. Fíjate, el aceite se vende a precio de güisqui, el quilo de lentejas sobre las cuatrocientas pesetas de ahora. Y la vivienda, ni te cuento. Con decirte que en capitales se piden entre cincuenta y cien millones de pesetas por un piso corriente y moliente que ahora vale cinco o diez. ¡No lo acabará de pagar ni todos los bisnietos juntos!
— ¿Y el pan? — interrumpe Lucas que no puede dar crédito a lo que escucha.
— ¿El pan?
— Pues una barrita de nada, casi vale 200 pesetas de las de ahora.
— ¡Vamos anda! Eso no puede ser. Es que no puede ser, que si eso que dices fuese verdad, se arma una revolución... Queman a alguien. No sé, no me lo puedo creer.
© Manel Aljama, diciembre 2024
© Foto de Kaboompics.com en Pexels
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