domingo, 13 de septiembre de 2009

Patearé tu tumba


La música se fundía con el humo de tabaco, el sudor y el aroma de aguardiente. Acabó el concierto. Después de sacar brillo a su vieja trompeta, la guardó en un desvencijado estuche, quizá de mayor solera que el instrumento. Denise tocaba en aquel "théâtre de chanson" que, nada más acabar la guerra, el público con ayuda de los soldados había reconvertido en un club de jazz al que rebautizaron como “Jazz Tabou”. Tenían intención de atraer a los que salían de cenar de "Les deux magots", en la plaza de Saint-Germain-des-Prés. Era un buen músico que había podido salir de la miseria gracias a su carisma. No tenía especial simpatía por las cancioncillas nacionales aunque los críticos musicales tampoco la tenían por él. Salió del local en compañía de Lou, el enorme saxofonista negro de su banda. El calor del local contrastaba con el frío de la calle de un mes de noviembre. El aliento se condesaba y formaba figuras que a la luz de las farolas parecían enjambres de fantasmas. A Denise todavía le costaba aceptar que Lou, pese a su corpulencia y a los esfuerzos que hacía al tocar, sudaba muy poco. Le chocaba ver la frente del soldado sin rocío corporal. Sentía amistad y rivalidad por el todavía muchacho a pesar de su experiencia bélica. Con el tiempo las conversaciones derivaron hacia temas existenciales. Le veía como un ser depresivo. Casi tanto como él. Lou había dicho en más de una ocasión, que al acabar la guerra le costó volver a su país y que le había cogido cariño a aquel antro. Pensaba estarse quizá un par de años más y luego retornaría a Nueva Orleans. Siempre decía lo mismo.
—Allí es donde se toca el mejor Jazz —contestaba Denise con cierto aire de envidia.
—Para tocar verdadero jazz sólo tienes que quedarte en París —respondía el negro.
—Te equivocas, para tocar verdadero jazz hay que ir al infierno —acaba siempre Denise.
Flotaba en el aire la idea de si París, o la parte de la ciudad que pisaban fuese distinta de la de las postales o que quizá se tratase realmente de una extensión del averno; ya que los críticos literarios masacraban a Denise. Caminaban por el bulevar de Saint-Germain. Al paso por una librería, Denise miró de soslayo el escaparate donde se exponía un ejemplar de “J’irai cracher sur vos tombes” escrito por un tal Vernon Sullivan. En cambio, Lou miró sin titubeos.
—¿Por qué cambias tanto de nombre? —preguntó el americano.
—Me apasiona tanto como el jazz o el hombre —respondió—. El hombre es una pasión inútil pero está condenado a ser libre... Yo sólo hice la traducción.
—¿De dónde sacas todas esas ideas? —preguntó el del saxo.
—Eso lo dice mi amigo Vernon, el que ha escrito ese libro...
—Eso lo dice mi amigo Vernon, que toca la trompeta y también se hace llamar Denise... —replicó— Pero... ¿Quién te mete esas ideas en la cabeza?
—Mi amigo Jean Paul. Tienes que conocerlo. Un día te lo presento —contestó con naturalidad y quizá pensando en otro nombre, en otra personalidad.
Ya era tarde, casi las seis de la mañana y a la altura de la Gare d'Austerlitz se despidieron. Tenían las pensiones muy cerca de la estación, por si había que salir corriendo.
Al día siguiente en un cine de estreno, Lou buscaba a su amigo entre el público. Sabía que estaba allí pero no consiguió localizarlo. "Como todos son blancos tengo más dificultad" —se dijo—. Cuando acabó la película y se encendieron las luces se había formado un pequeño tumulto en la última fila. Se acercó lo más rápido que pudo y lo descubrió, a él, a Vernon, a Denise y quién sabe cuántos más. Estaban allá muertos con los ojos fijos en el vacío. Llevaba consigo unas gafas gruesas de concha y un cuaderno con unas notas que se leía "je voudrais pas rever", que seguramente había escrito en el metro. Las lágrimas saltaron de los ojos del saxofonista gigante que no sudaba. Balbuceó algo y nadie le escuchó. Algunos decían que el fallecido era un tal Boris pero no estaban seguros. Llegaron los camilleros acompañados de los gendarmes. Antes de que lo alzasen, Lou subió el tono de la voz y se hizo un silencio.
—Denise, para sobrevivir en un sitio como este hay que ser más que lobo, o como mínimo un lobo-hombre... Denise, te recordaré siempre como el maldito sátrapa francés con trompeta que padecía del corazón y nunca le importó cuánto le quedaba de vida. No te preocupes, amigo; ¡yo patearé tu tumba!,
¡maldito seas!, ¡me has dejado solo!


(c) Manel Aljama (septiembre 2009)

16 comentarios:

  1. Boris Vian fue un artista polifacético pero rebelde a la vez. Provocador como nadie se enfrentó hasta con los productores del bodrio cinematográfico basado en su libro "Escupiré sobre vuestras tumbas". Murió en 1959 en el cine donde se estrenaba el filme. Fue amigo de Jean Paul Sartre y músico de jazz. La canción "Lobo hombre en París" de la unión está inspirada en el cuento "Le loup-garou" de Boris Vian.

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  2. Manel, me ha encantado la recreación que has hecho de un trocito de vida. El ambiente, el diálogo con El Amigo Negro, con ese soldado imposible, el jazz de fondo...
    Tú no has "pateado su tumba", la has acariciado con dulzura y un poco de música y realismo.
    Bicos.

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  3. Me has tocado el punto débil tanto musical como Literario, ya que Boris Vian siempre fue mi escritor preferio y ha marcado mucho digamos que mi forma de ver el mundo. Su irónica y surrealista manera de escribir para su época pudiera de igual manera ajustarse a la actual como es su título "Que se mueran los feos"
    He disfrutado muchísimo en donde ambientas este texto y cómo. Es fácil sentirme identificada con la época, los personajes y nombres como Luis, Denise (hombre Lobo) y los del mismo autor. Una pena que el trompetista al final se fuera así, pero al menos siempre nos quedan hermosas historias que revivir.

    Gracias.

    La música que le has incluído, fantástica.

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  4. Excelente homenaje Manel. Lo cierto es que en este texto tu forma de escribir da un vuelco y se transforma. No nos has mostrado al Manel costumbrista, y con ese más bien frío y realista que te caracteriza, cruel como la vida misma, sino que nos ofreces los sentimientos desmenuzados, para que los degustemos con todos los sentidos.
    Felicidades, un gran texto.
    Besos
    Carmen

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  5. Encuentro que lo has abierto muy bien recreando el ambiente de los tugurios parisinos pero al cerrarlo quizá sea un poco violento. Per aún así me ha gustado. Conocía la historia pero has sabido sorprenderme.
    Comparto las opiniones de otros lectores. Se nota un cambio.

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  6. Manuel...me has atrapado desde la primera letra del relato, te aseguro que es fantástico y que consigues con el mantener no solo la mirada atenta sino que el alma vibre y se emociones...
    Me ha encantado leerte
    Un abrazo grande
    stella

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  7. Hola Manel, bonito relato lleno de recuerdos, em el ambiente parisino, con el jazz de fondo,
    buena musica, te felicito.

    Feliz fin de semana
    Saludos
    RMC

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  8. Gracias Manel por enseñarnos un pedacito de la vida de este autor, por llevarnos a ese Paris de jazz, casi mastico el humo.
    Y sobre todo por el relato tan bueno que has parido, es perfecto.
    saludos

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  9. Muy bueno.
    La falta de sudor, una.
    Otra: "...como todos son blancos..."
    Estupenda recreación del texto de Vernon Sullivan, de Boris Vian, de sus alter egos, hasta me ha recordado a Cortazar.

    abraçada.

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  10. Un homenaje estupendo, me ha encantado. Abrazo amigo.

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  11. .

    Manel, excelente relato para traer la personalidad de Boris Vian. No hay desperdicio en una sola frase. Es realismo puro y también hay poesía.

    Subrayo,

    "El aliento se condesaba y formaba figuras que a la luz de las farolas parecían enjambres de fantasmas."... La he subrayado porque la manera como me envolvió este relato me tomó de golpe flotando entre las figuras de esta frase debido al dibujo perfecto.

    Besitos,

    Ana Lucía

    .

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  12. Me encantó el relato, Super "chulo" , genial ambientado. Tendría que haber sido más largo.

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  13. Manel, me ha encantado el relato, se complementa excelentemente con la música que pusiste, todo el conjunto nos traslada a los lugares que mencionas, ocupando un lugar junto a las figuras que parecían fantasmas, formando enjambres a la luz de las farolas.
    Me gustó mucho, gracias.

    Un abrazo compañero.

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  14. "Algo se muere en el alma cuando un amigo se va".
    Parece ser que has encontrado un filón en estos personajes conocidos de la literatura y la música. Sabes sacarles partido y recreas historias muy atractivas al ubicarlas en entornos reconocibles y de tanto carisma.
    Creo que sí, que cuando un amigo se va de esa manera y nos deja en la estacada hay que patear su tumba, hacerle saber el vacío que deja.
    Le Petit Marbeuf y el estreno de una película basada en su obra; buen lugar y momento para su última rebeldía, morirse en plena función para aguar la fiesta a sus detractores.

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Gracias por tu colaboración.