Su aspecto era esquelético, casi escuálido pero sin llegar a parecer famélico. El pelo escaso, con sangre africana, raptada en su hábitat y abandonada en tierra extraña. El corazón parecía que se iba escapar de su caja. Pero sabía que tenía que hacerlo fuese cual fuese el resultado. No poseía el miedo a los fracasos tan común entre los humanos. Estaba de algún modo programada y como cada noche que salía de caza, cumpliría escrupulosamente con su cometido. En otras ocasiones iba en manada pero la mayoría era lo más parecido a una fiera esteparia.
Salió con sigilo del callejón desde donde oteaba a las posibles presas y que era su seguro escondite. Era consciente de que todos los sentidos podían ser insuficientes en aquellas situaciones. Su olfato le guió hasta una pieza de bastante envergadura. Aquella hembra desarraigada necesitaba a la vez de la fuerza de la leona y de la agilidad de la gacela. Volvió a olisquear el relente de la noche que estaba impregnado de los efluvios de los otros animales mezclados con la sudoración de los árboles. Nadie le había enseñado nada de supervivencia. Lo llevaba dentro. El verde reluciente de su mirada brillaba en la oscuridad para no perder de visa la caza.
De repente se abalanzó sobre su presa que no tuvo tiempo de reaccionar. La tumbó boca abajo en suelo húmedo, le sacó la billetera y arrancó a correr un corto tramo de la Rambla hasta perderse por las estrechas callejuelas adyacentes ante la mirada atónita del despistado y obeso turista que vestía pantalón corto, gorra de béisbol y sandalias con calcetines. A pocos metros en el quiosco más próximo todo seguía con normalidad. Era la ley de la selva.
© Manel Aljama (septiembre 2010)
Para la interpretación.
ResponderEliminarCon este texto intento describir el ambiente en la parte final de la Rambla de Barcelona donde mujeres de origen africano son drogadas y explotadas como prostitutas y carteristas de turistas despistados.
He intentado ponerme en la piel de alguien que ha sido arrancado de su hábitat para ir a otro muchísimo peor y más despiadado.
He elegido una ilustración gratuita y de libre distribución con derechos cc (Creative Commons) - sin fines comerciales.
No necesitabas dar ninguna explicación, vamos, digo yo. Se entiende perfectamente que hablas de explotación, de tráfico ilegal, de personas (ni siquera animales en este caso, que también sería malo), de desarraigo y de supervivencia.
ResponderEliminarTerrible en su brevedad.
Cuesta trabajo imaginarse algo así en la Rambla de Barcelona, aunque todos sabemos lo que hay.
Bicos.
Hice ta-te-ti y suerte para mi caí en este uno de tus tantos blog.
ResponderEliminarprimero te doy las gracias por tu visita y luego decirte que yo añoro escribir otra cosa que no sea poesia, nos cambiamos? jajajajaja, e intentado y tengo cuentos cortos, contados con los dedos de las manos, pero la poesía y la prosa poética parece ser lo mio y debo aceptarlo hasta por ahí nomás! jajajajajnunca digas nunca, verdad?!
Te sigo aquí!
=) HUMO
Disculpa, me olvidé dejarte un beso, no suelo ser tan cortante o descortéz y además decirte que Egdar Alan Poe y sus terribles crímenes fué lo primero que me acercó a la literatura a la edad de 11 años, demás esta decirte que adoro el género de terror.
ResponderEliminarcariños!
=) HUMO
La esclavitud existe, ahora la llamamos explotación o de cualquier otra manera. Mujeres drogadas, engañadas que son utilizadas para disfrute de desaprensivos unos y sinvergüenzas otros.
ResponderEliminarUna parte de esa esclavitud desaparecería si los que se sirven de la prostitución tomaran conciencia de su responsabilidad para que siga existiendo.
Saludos.
Se ve que el turista comunis tiene la misma pinta por toda la geografía española ja ja ja. Bromas aparte, me has tenido todo el relato "sospechando" de este cazador...je je je...genial!
ResponderEliminarMuchas gracias por enviármelo, sale el martes.
ResponderEliminarUn abrazo, ah!, por cierto, me gustó mucho
Angel
Me encantó la forma de contar algo tan espeluznante...esa fiera caza incautos tenía que sobrevivir en la selva de asfalto. ¿no?
ResponderEliminarDestaco: "Aquella hembra desarraigada necesitaba a la vez de la fuerza de la leona y de la agilidad de la gacela"
besitos
soni
Entre el título y la ilustración despistan un tanto, al llegar a la cartera (como a todo el mundo que le tocan el bolsillo) ya me enteré de quien era la leona.
ResponderEliminarBuena entrada Manel, el relato es muy elocuente y sus imágenes como un video que nos permite casi palpar ese ambiente.
Sí, Manel, una vez más le has dado a este terrible problema un tinte distinto para hacernos ver de lo que es capaz de hacer una fiera cuando está en su ambiente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy real en nuestra sociedad. Una muestra de que la igualdad de género en el mundo desarrollado depende sólo de quienes son los hombres que rodean a la mujer. Así que sólo nos queda eso, intentar estar lo mejor rodeadas posible y seguir luchando por nuestros derechos en la medida que nos dejen. Me ha gustado tu relato.
ResponderEliminarMuchos besos
Manel lo has logrado maravillosamente! Besos tía Elsa.
ResponderEliminar