Estimulan la fantasía, la sensibilidad, la memoria y la expresión.
Ayudan a desarrollar el lenguaje y despiertan el intelecto.
Los niños aprenden a escuchar con atención y a ser pacientes.
Fomentan la capacidad de ponerse en lugar del otro.
Enseñan a identificar emociones como el miedo, el amor, la frustación, la ira...
Todo niño desea la atención de sus padres y pasar tiempo con ellos. Y el rato de contar un cuento incrementa la comunicación y la confianza entre ambos.
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