sábado, 30 de marzo de 2013

Pueden venir sus vecinas v2


Hace ya casi tres años, colgué aquí  y en el extinto GrupoBúho el cuento de alcoba: "Pueden venir sus vecinas".  Gratamente sorprendio por su buena acogida, me prometí hacer una revisión. No ha podido ser hasta hoy.   He contestado pública y privadamente que la peluquería en cuestión es ficticia...

     Dolores hacía honor a su nombre. Le dolía todo, hasta el pelo. Todo en su barrio había cambiado: La peluquería "de toda la vida", había pasado a manos de unos simpáticos orientales. La pobre Dolores quería teñirse el pelo para tapar la invasión descarada de canas. Su poder adquisitivo no era muy alto por lo que no tuvo más remedio que acudir a la peluquería china.      Los nuevos propietarios apenas habían hecho cambios. Tan sólo una cortina que debía ser azul oscuro, al fondo del local. Conoció a Sun Li la, simpática y jovencísima, encargada. Dolores pidió cortar y teñir aquel pelo. Su pelo ya no tenía fuerza ni para agarrar el tinte. En el sillón, volvió a quejarse de sus dolores cervicales y lumbares.
     —“¿Quiele un masaje especial pala las celvicales, señola Dololes?” —le ofreció la amable peluquera.  La mujer nunca había recibido un masaje y aquella chinita sonriente y de dentadura blanquísima le ofrecía una oportunidad difícil de rechazar. Aceptó.
     La peluquera le hizo pasar detrás de  la cortina azul. Había cuatro departamentos, cada uno con su litera y su mesilla, separados por cortinas del mismo color. Encima de las mesitas había diversos botes de gel y toallas. La muchacha anotó algo en un papel que dejó sobre la mesilla. Le indicó que se quitase la ropa y se tumbara boca abajo en la litera. Le aconsejó extender los brazos para relajar los omoplatos. Le sugirió que, si cerraba los ojos, los efectos del masaje serían aún más beneficiosos. Dolores obedeció.
     Sintió que algo viscoso y frío se depositaba en mitad de su espinazo. Luego, unas manos suaves y expertas que repartían aquella fría gelatina por toda su espalda. A poco, los escalofríos empezaron a transformarse en un calorcillo agradable que recorría toda su columna. Se dejó llevar.
     Perdió la noción del tiempo en manos de aquellas sensaciones nuevas y agradables. Empezó a notar también, el calor en su bajo vientre. La temperatura aumentó y se transformó en humedad entre sus piernas. Hacía muchísimo tiempo que no sentía nada parecido. Creía que esas sensaciones se habían perdido para siempre en el fondo de su memoria. Quiso abrir los ojos pero su estado, ente vigilia y sueño, le impedía hacer nada. Se sintió emborrachada por una oleada placentera que podía más que ella.
     Notó un cosquilleo en la zona del ombligo y también en las puntas de los pies. Se sentía llena. Algo estaba dentro de ella pero siguió sin abrir los ojos. No quería que aquello tuviese fin.
     Movió el brazo derecho y empezó a chuparse el pulgar. Su  respiración se aceleraba. La sensación era muy agradable, “si es un sueño, que no acabe nunca” —pensó. No quería abrir los ojos y estropear aquello. El gozo era ya placer. Sudaba. De pronto un escalofrío recorrió su columna desde el bulbo raquídeo hasta el cóccix. Luego perdió el control de sus piernas y sintió como si su bajo vientre se viniese abajo.  No podía contener la oleada de placer que la invadía. Se durmió con el dedo en la boca.
     Despertó escuchando una voz melodiosa:
     —Señola Dololes —Era Sun Li con la misma sonrisa del principio.
     —¡Uff! me he quedado dormida ¡Oh! ¡No me duele la espalda nada, nada...!
     Dolores se volteó. Estaba completamente desnuda y ella creía recordar que las braguitas se las había dejado puestas. Sun Li recogió el papelito de la mesilla.
     La encargada le cortó el pelo y le hizo el tinte.
     Llegó la hora de pagar.
     —¿Cuánto te debo?
     —Sesenta eulos.
     —¿Tanto?
     —Sí señola Dololes. Mile, —le enseñaba el papel—, un masaje, ofelta de la casa, 10 eulos, un masaje feliz de Yu Li, 30 eulos y Coltal y teñil 20 eulos. Si no puede pagal no se pleocupe. Se lo puede contal a sus vecinas pala que vengan...

(c) Manel Aljama (revisado, marzo 2013) Fuente foto: internet (autor desconocido)

2 comentarios:

  1. Se trataba de un ejercicio aprovechando la fama de ciertas peluquerías, principalmente de Barcelona, que por 10 € más proporcionaban un servicio extra al cliente. A día de hoy, sigue igual, se hacen masajes por 25 € con suplemente de 10 o 12€ que incluye lo que la imaginación proporcione.

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  2. Me urge ir a ese salón de belleza!!!
    Es una pena que no sea de verdad, yo estaría con cita permanente para los Sábados en la mañana.
    Me gustó mucho tu historia, se lee de un jalón.
    Un abrazo.

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