Entremés de un acto y tres escenas
Personajes:
ESPERANZA (la novia), FIDEL (el novio), HERMINIA (la madre de la novia), ILDEFONSO (el padrino), ROBERTO, ISABEL, LUISA, JUAN (invitados que son matrimonios amigos de la pareja que se casa)
En el salón de un restaurante donde se celebra un banquete de bodas.
ESCENA I
Entran los personajes ROBERTO, ISABEL, LUISA y JUAN y se sientan en la mesa en primer plano. Ellas se ajustan el vestido mientras toman asiento y ellos se estiran los pantalones para hacer lo mismo.
LUISA: Si es lo que lo que digo yo, no hay nada como casarse cuando toca.
ISABEL: Pues claro. Porque cuando no se tiene edad es una tontería y luego lo estás pagando toda la vida. ¡A ver!
ROBERTO: ¿Qué no existe el divorcio?
LUISA: (Por alusiones) Sí, pero cuando te divorcias es como si le cogieras manía a eso del matrimonio. Cuando encuentras una pareja ya le exiges mucho más.
JUAN: No será que las mujeres tenéis miedo, sois inseguras y le pedís al hombre algo que vosotras ya no sois capaces ni de dar ni de mantener.
ISABEL (Dirigiéndose a LUISA): Vaya con tu marido. ¡Cuánto sabe!
LUISA: No te creas. En casa se porta. Es que cuando sale...
JUAN: ¡Sí hombre! Como si fuera el perro.
LUISA: (Enérgica). ¡No nos salgamos de madre! Lo que decía yo... Que hay que casarse cuando se tiene edad
ISABEL: (interrumpe) Y medios. Porque no se tienen medios, ya me dirás...
ROBERTO: El trabajo, eso es importante.
ISABEL: Pues eso son los medios.
Se oye un ruido de fondo. Una multitud está aclamando al cortejo nupcial que irrumpe en el banquete.
ROBERTO: Callad ¡Llegan los novios!
Todos aclaman el consabido “Vivan los novios”.
ESCENA II
Aparecen ESPERANZA y FIDEL cogiditos de la mano. Ella viste un lujoso traje blanco con velo que le cubre el rostro. Él lleva un traje oscuro de corte moderno pero sin salirse de las líneas clásicas. Les siguen ILDEFONSO y HERMINIA que les hacen de padrinos. Avanzan con dificultad. Se sientan en la mesa que tenían preparada. El resto de los invitados, que estaban de pie, se sienta.
HERMINIA: Es una lástima que tu padre ya no esté con nosotros. Con lo que le hubiese gustado verte cómo te casas.
ILDEFONSO: Sí, una auténtica lástima. Con lo guapísimos que estáis los dos. Porque lo más grande en la vida es la boda y después el nacimiento de un hijo.
HERMINIA: Eso, eso, animarse que nos tenéis que dar muchos nietos (girándose hacia ILDEFONSO buscando la complicidad). Que ahora, por fin ya lo tenéis todo. Un buen trabajo, una casa en las afueras y casi pagada del todo. Pero se puede decir que ya es vuestra.
ILDEFONSO: Además no os casáis como esos niñatos, que a los cuatro días, en cuanto sienten llorar niños se asustan y se divorcian.
HERMINIA: Y los que lo abandonan todo en cuanto pierden su trabajo.
ILDEFONSO: Si es lo que digo yo. Que para casarse hay que tener edad. Si no, es como si te equivocaras para toda la vida.
HERMINIA: ¡Cuánta razón tienes Ildefonso! ¿Me permites que te tutee? Somos consuegros.
ILDEFONSO: Por supuesto. Sí, aunque existe el divorcio, no tiene gracia usarlo. Porque cuando te has equivocado la primera vez, no tiene arreglo. Hay que casarse con seriedad, con conocimiento de causa y con paciencia. Nada de precipitarse.
HERMINIA: (cambiando de tema) He traído el discurso.
ILDEFONSO: (levantándose) ¡Atención! ¡Atención! Antes de que lleguen los demás platos, leamos el discurso. Que así la comida sabe mejor
ESCENA III
HERMINIA saca un papel arrugado y se pone las gafas de leer.
HERMINIA: (se le salta una lágrima). Nunca creí que llegaría el día que podría ver a mi niña casada. Cumpliendo con los deberes más sagrados. Estoy muy orgullosa porque cuando yo no esté ella llevará el peso de una familia gracias a la educación que le dimos mi difunto marido, que Dios lo tenga en la Gloria, y yo misma. Dar gracias a Dios también porque tienen todo lo que es necesario, un marido que tiene un buen trabajo, una casita preciosa y ya pagada. Mi niña se ha casado. ¡Brindemos por la boda de mi niña! (alzando la copa)
ESPERANZA: (quitándose el velo) Gracias, gracias a todos por vuestra presencia. Por fin he podido cumplir el sueño de toda mi vida. Casarme por la iglesia, de blanco, y eso no todas lo pueden decir, pero sobre todo casarme con la tranquilidad de que tengo una vida por delante. Y porque además, ya tengo sesenta años, y ya era hora de casarse...
© Manel Aljama (maljama), Noviembre 2006 – Julio de 2007
Imagino Manel que te debo dar la enhorabuena por este anterior mensaje. A lo que iba. Fantástica obrita, como un sainete, has sabido sacarme las lágrimas de risa con este juguete escénico. Felicidades fantástico ese final.
ResponderEliminarBesos.
Carmen
Llego con casi dos años de retraso... pero total, de sesenta a sesenta y dos no creo que se note mucho, así que yo desde luego que alzo mi copita y brindo !vivan los novios!!!!
ResponderEliminarja,ja,ja,ja... me ha encantao Manel, los personajes están superlograos, y lo que menos te podías imaginar son esas sesenta primaveras de la niña, el final ha estao genial... fíjate que me he acordao de una coplilla que cantaba mi abuela cuando se ponía a regar las macetas de su patio, y cuya letra decía Esperanza Esperancita no le des tantas vueltas a la cabecita y casate ya, porque con veinticinco primaveras si se piensan tanto las cosas se te pasa niña el arroz..., + o -, la letra no me la sé, pero la copla era simpática; pero vamos, que figurate si al compositor lo pusiéramos en tu sainete, menudo apuro, porque a ver que se pasa con sesenta primaveras...
!ha tenio tó el arte!
Un besote supergordo