De Rasputin amante de la Zarina. Fuente: Internet |
“El mayor placer de Dios es perdonar a los más grandes pecadores.”
Распутин (Grijorij Efimovich, Rasputín.)
¿Ni en la muerte me vas a abandonar? Siempre supe que nos encontraríamos de nuevo. No sé si estoy preparado.
Retornar al día aquel de diciembre se hace menos duro ahora que nuestros destinos parecen juntarse. Dijeron que tuviste conocimiento del peligro que corrías a mi lado, y aún así te fiaste de la invitación.
Cada trago resbalando por tu esófago, portaba el escozor amargo del veneno de la rabia; cada bocado disfrazado en el dulce envoltorio del azúcar, acompañaba el miedo a tu poderosa influencia. Mientras tanto, mis risas de satisfacción se juntaban con las tuyas en el goce del momento. Luego las mías se tornaron secas al ver la resistencia de tu cuerpo… inmortal. Y disparé. Una única bala que atravesó tu corazón. Caíste de bruces. ¿Cómo pudiste volverte a levantar? Tenía que huir, dejar que otros se enfrentaran a mi miedo.
Dejaron que calmaran las aguas que bajaba con fuerza, pero no resurgiste. Las gélidas aguas del Neva te engulleron, lavaron el rostro de nuestro imperio que apenas si sobrevivió unos meses más. Fuiste culpable de la depravación que encendió a las masas. Bestia demoníaca que escudaba en Dios la depravación y el libertinaje que te dio el nombre. Vergüenza inconmensurable para los temerosos del altísimo. Corrompiste, a unos y a otros: a los primeros infectándolos en el temor a lo divino; frente a los otros, lo lograste dejándonos en evidencia, sacando a la luz nuestras debilidades. ¿Acaso, a sabiendas o no, fuiste tú el artífice, la clave de los revolucionarios, lo que los bolcheviques necesitaban para justificar su barbarie? Lo corrompiste todo. Las mujeres se mostraban livianas de ropa en tu presencia, dejando mancillar sus cuerpos y trincar sus mentes. Y tú te vanagloriabas de ello. Eras el sabio, el gran adivino, el profeta que iba a salvar nuestra estirpe. Ninguna superchería salida de tu boca ha tenido eco. Tu muerte sorprendió a muchos, escandalizó a unos pocos, y satisfizo a la mayoría. Dijeron que no era cierto, que sin el cuerpo… Que tú retornarías. Pero ese ilusorio pensamiento duró bien poco, y terminó por desvanecerse con el tiempo.
Maldigo al ser mil veces maldito que representas y lo hago desde el placer que me provoca haber sido el artífice de tu muerte, por que sé, que ese Dios en el que justificabas tu obsceno proceder, me perdonará.
Retornar al día aquel de diciembre se hace menos duro ahora que nuestros destinos parecen juntarse. Dijeron que tuviste conocimiento del peligro que corrías a mi lado, y aún así te fiaste de la invitación.
Cada trago resbalando por tu esófago, portaba el escozor amargo del veneno de la rabia; cada bocado disfrazado en el dulce envoltorio del azúcar, acompañaba el miedo a tu poderosa influencia. Mientras tanto, mis risas de satisfacción se juntaban con las tuyas en el goce del momento. Luego las mías se tornaron secas al ver la resistencia de tu cuerpo… inmortal. Y disparé. Una única bala que atravesó tu corazón. Caíste de bruces. ¿Cómo pudiste volverte a levantar? Tenía que huir, dejar que otros se enfrentaran a mi miedo.
Dejaron que calmaran las aguas que bajaba con fuerza, pero no resurgiste. Las gélidas aguas del Neva te engulleron, lavaron el rostro de nuestro imperio que apenas si sobrevivió unos meses más. Fuiste culpable de la depravación que encendió a las masas. Bestia demoníaca que escudaba en Dios la depravación y el libertinaje que te dio el nombre. Vergüenza inconmensurable para los temerosos del altísimo. Corrompiste, a unos y a otros: a los primeros infectándolos en el temor a lo divino; frente a los otros, lo lograste dejándonos en evidencia, sacando a la luz nuestras debilidades. ¿Acaso, a sabiendas o no, fuiste tú el artífice, la clave de los revolucionarios, lo que los bolcheviques necesitaban para justificar su barbarie? Lo corrompiste todo. Las mujeres se mostraban livianas de ropa en tu presencia, dejando mancillar sus cuerpos y trincar sus mentes. Y tú te vanagloriabas de ello. Eras el sabio, el gran adivino, el profeta que iba a salvar nuestra estirpe. Ninguna superchería salida de tu boca ha tenido eco. Tu muerte sorprendió a muchos, escandalizó a unos pocos, y satisfizo a la mayoría. Dijeron que no era cierto, que sin el cuerpo… Que tú retornarías. Pero ese ilusorio pensamiento duró bien poco, y terminó por desvanecerse con el tiempo.
Maldigo al ser mil veces maldito que representas y lo hago desde el placer que me provoca haber sido el artífice de tu muerte, por que sé, que ese Dios en el que justificabas tu obsceno proceder, me perdonará.
CRSignes 290309
* “Jlysty" convencido (убеждены ), es decir, alguien dispuesto a cometer los mayores pecados.
Leo una buena instropeccion en las sensaciones y pensamientos morbosos del verdugo del personaje. Al margen del contenido literario se nota un buen conocimiento de los hechos históricos, al menos de las distintas versiones.
ResponderEliminarDestacaría, una escena con chispa: "Cada trago resbalando... hasta "...el miedo a tu poderosa influencia".
Pero en su brevedad está lleno de figuras como esta hipérbole y epíteto a la vez: "Maldigo al ser mil veces maldito"
“Jlysty" (así lo bauticé y así se llama no sé por qué le cambiaste el título aunque esa sea su traducción), es un relato que sin ti no hubiera surgido, sobre el final de un personaje que me fascinó de igual forma que me aterró desde que tuve referencias de él. Te agradezco la distinción que has hecho con él y conmigo, al publicarlo un día después de haberlo escrito, bueno aún no tiene ni veinticuatro horas este hijito jeje
ResponderEliminarGracias amigo y ya sabes que está dedicado a ti, por esas ideas que siempre me inspiran a escribir. Ya me explicarás lo del título.
Besos.
Carmen
El agradecimiento es a ti por llenar con tu imginación este rincón. No sabía que lo había rebautizado; es que intepreté que su título era "convencido" cuya fonética me habías puesto como "Jlysty". Ya está subsanado.
ResponderEliminarGracias Manel, imagino que para los que no entendemos cirílico, es mucho más sencillo visualizar y comprender mejor los vocablos rusos que componen un nombre como este. Es por ello que lo seleccioné así, imagino que Rasputín en cirílico no se escribe tampoco así. Quizás sea un poco tonto por mi parte pero me gustó más así, pues el nombre en castellano, no me funciona de igual modo jejeje
ResponderEliminarGracias por todo.
Besos.
Carmen