miércoles, 14 de enero de 2009

La p con la a...


El aula pionera en educación preescolar estaba decorada con diversos carteles de forma que Britney Spears y Paris Hilton rivalizaban con los tradicionales ositos, tortugas, elefantes y figuras geométricas básicas. Uno de los niños de la clase intentaba entender su primer catón en presencia de la profesora, la directora de la escuela, y de una señora a quien llamaban inspectora de enseñanza:
—La p con la a... —balbuceaba el alumno—, “pu” —logró acabar tras mucho esfuerzo.
—¡Muy bien! —Respondió entusiasmada la funcionaria—, ¡Excelente! A ver, ahora el siguiente serás —levantó el brazo para señalar como si estuviera en un concurso—, tú —y señaló a otro.
El aludido cogió la cartilla al revés. Luego la enderezó.
—La p con la e... —igualmente titubeó como su predecesor—, “po”.
—¡Perfecto! —Insistió la trabajadora pública—, ¡Vamos a otra clase donde estén los más mayores!
El séquito encaminó sus pasos hacia otro pabellón divido en aulas repletas de alumnos expectantes ante la visita.
—Estos son los de sexto de primaria —dijo la directora del centro—. Aquí están los grupos que han seguido el programa especial de introducción a la lectura que promovía el ministerio.
—¡Tengo ganas de ver los resultados! —dijo la visitante, con avidez al tiempo que abría significativamente los ojos y arqueaba las cejas.
—A ver, tú —señaló a una niña de rubios cabellos y vestido un poco repipi—, ¿Cómo te llamas? —preguntó la inspectora.
—Vanessa —respondió tímida la alumna.
—Veamos... Dime el nombre de dos literatos ilustres del siglo XX.
—Boris Izaguirre y Ana Rosa Quintana —contestó la casi púber sin vacilar. El profesor de lengua y literatura, que también estaba presente, se mordió los labios sin decir nada.
—¡Genial! ¡Se nota nuestra mano!
—¡Y nuestra gestión Pilar!, ¡Nuestra gestión! —Añadió la directora del colegio confraternizando con la visitante—, nuestra gestión ha permitido aplicar el programa de literatura avanzada promovido por las autoridades a pesar de las reticencias de los docentes y de algunos padres carcas y refractarios a todas las iniciativas.
La comitiva abandonó el aula y se dirigió al despacho de dirección donde tenían previsto tomar un pequeño refrigerio. Por el pasillo mantuvieron una prometedora conversación.
—Te cuento —respondió también con confianza la inspectora—. Ahora estamos desarrollando un programa para la reforma de las matemáticas. Será un éxito que todos los alumnos de doce años sepan contar del 1 al 10. ¡No va a haber quien nos pare! ¡Se nota que ha mejorado el nivel!
—¡Cuenta conmigo! Pilar, ¡Cuenta conmigo y con mi centro para las experiencias piloto!


© Manel Aljama (maljama), agosto 2007 - enero 2009

3 comentarios:

  1. Dedico este texto a Núria Casajuana, que por desgracia lo ha vivido, pero con una sonrisa, quizá quien lo lea se ponga en marcha para que no se produzca otra vez.

    Manel

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  2. Jajajaja apañados estamos si la educación sufre de esta forma, reforma tras reforma, sin tener en cuenta el desarrollo natural de los niños. La fluidez del diálogo, le da mucho dinamismo al texto, que se lee fácil, y situándote perfectamente en el lugar. Felicidades me ha gustado mucho.
    Besos.
    Carmen

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  3. uff me parece que se parece un poco a lo que sucede en la escuela high school donde trabajo por aca de este lado del charco....jaja a donde ira a parar todo esto?

    : )

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