jueves, 25 de junio de 2009

No volveré jamás

Fuente internet manipulada electrónicamenteDinora ocupaba una de las cabinas del modesto locutorio al que acudía, como si de un rito religioso se tratase, todos los domingos. Eran ya las once de la mañana y el establecimiento estaba casi lleno. Peleaba con el interfono pues la línea que le había tocado parecía tener interferencias. Tenía que subir el tono de la voz, quizá para salvar a la vez el frito del teléfono y los gritos y el jolgorio de la ocupante del compartimento vecino.
—¿Yerelis? ¿Cómo va todo por ahí?
Al otro lado seguramente debía escuchar la algarabía de los receptores de la llamada. Empezó a hablarles:
—Las próximas semanas ¿saben? no podré pasarles tantos dólares. Estee... Tengo que acabar mi graduación en auxiliar de geriatría aquí en una academia —se hizo un silencio—. ¿No saben? No importa. Es "atensión" a los viejitos. ¿Que si tengo "asento" de acá? ¿Qué quieren que les diga? Vine "hase" muchos años. Dejé allá un Sol pero acá tuve otro. Ya va para siete años y tengo muchas ganas de que vea a sus abuelitos.
Volvió entonces a su memoria la dolorosa partida. El dejar atrás un hijo y viajar miles de kilómetros para cuidar retoños ajenos, limpiar casas o cualquier cosa; y, tal vez no volver nunca más pues el importe pagado por el billete se convirtió en una enorme deuda a favor del prestamista que fue quien le facilitó la documentación falsa para entrar en el país. No se separaba del auricular. La línea pareció arreglarse y volvió a hacer preguntas:
—¿Le pusieron ya los frenos a Abigail? Envié "catrosientos" dólares para el dentista. Creo que con esa cantidad era suficiente.
Con lo que le respondieron volvió a la carga:
—¿Que tuvieron que arreglar el techo? ¿Pero si es de paja y la paja no vale ese dinero? —volvió a preguntar contrariada.
—¡Eso no es así! —Empezaba a perder verdaderamente la paciencia—. Yo ya envié "dosientos" dólares para las muletas del tío Melquíades. ¡Sobra dinero! —prosiguió digustada con su interrogatorio:
—¡¡Eso tampoco es así!! Ya envié quinientos dólares el año pasado para poder cambiar el closet completo y el cuarto de aseo. Había dinero "sufisiente" ¡Me están dando un disgusto!
Dinora había empezado a agitarse y a hacer aspavientos dentro del caluroso cuchitril, tan bochornoso como las noches de su país de origen. Cada vez que hablaba con los suyos, sucedía igual, era como si el cálido clima tropical se colase por el conducto telefónico y llegase hasta donde ella estaba. El contador de pasos se incrementaba por momentos, lo mismo que la temperatura del locutorio y el estado de nervios de Dinora.
—¿Pero cómo que gastaron "tresientos" dólares en el casino? —ya estaba furiosa—. Yo vine acá a trabajar como una esclava y ustedes ni siquiera emplean el dinero en lo que les mando. ¿Cómo me "hasen" esto?
...
—¿Cómo que deben "ochosientos" dólares de una granja de gusanos para pescar? ¿Quién "hiso" ese "negosio"? ¿Al banco? ¿Si no tiene crédito? ¿Que usaron mi firma? ¿Cómo pudieron "haserme” esto a mi? —acabó fuera de sí y colgó el auricular.
Dinora recordó el día de su llegada. Nada más bajar del avión tuvo la intuición de que no volvería jamás. Le dolió que le hubiesen llamado puta en su partida. No cerró la cabina. Pagó y al salir del locutorio supo de verdad no volvería nunca más y que si lo hacía era para exterminarlos a todos.

(c) Manel Aljama (agosto 2008-junio 2009)

6 comentarios:

  1. No puedo contener mi humor negro y tengo que decirlo; "Dinora" ¡nombre apropiado para quien solo interesa a los suyos para sacarle el "Dinero".
    Aparte de esta cuña publicitaria decir que estoy seguro de que hay muchos casos como este: pobre gente a la que se le explota aquí como esclavos y se les sangra desde allí sin miramientos.
    Me recuerda algo a "La amante oficial" que tú conoces bien, aunque el tema sea otro en esta ocasión, pero el puteo al que está sometida la protagonista es el mismo en cierto modo.

    ResponderEliminar
  2. Estupenda historia y, mucho me temo que más realista de lo que podamos imaginar.
    Explotados por los del país de destino y por los que dejaron atrás.

    Aunque quiera verlo con sentido del humor, no puedo, se me rebelan las tripas.
    ¡Bien hecho!

    ResponderEliminar
  3. Andrés, Fonsi gracias por por la lectura y por los comentarios.

    Andrés: Como apuntas la situación es similar a "La amante oficial", sólo que es la otra cara de esa situación, es decir lo que hace la familia con el dinero que se envía desde aquí.

    fonsi: No vas nada equivocada, es mucho más real de lo que parece. Me he documentado y he visitado unos cuantos locutorios.

    Me insipiré en un reportaje del periódico que se llamaba "Madres transoceánicas" donde explicaba el drama de dejar niños allí para cuidarlos aquí. También el mismo reportaje señalaba que muchas mujeres de no haber venido serían meras amas de casa aunque ahora eran fuente de ingresos.

    ResponderEliminar
  4. Terrible relato, y real, muy real, incluso es hasta suave respecto a muchos casos.
    Estos tiempos de locos que nos toca vivir son así y me duelen estas madres, sobre todo el saber que sus hijitos crecen sin ellas , que la parte mas improtante de sus vidas, la infancia, no pueden disfrutarla en compañía.

    bss Manel, te quedo perfecto.

    ResponderEliminar
  5. Yo difiero en la esencia, pues no se puede generalizar la situación del emigrante, y lo digo con conocimiento de causa. No todas las familias se comportan así, y lo que es más importante el que ha abandonado su país, para intentar emerger de la miseria que le rodeaba, siente mayor preocupación y se desespera por que la mayoría de las cosas que tiene o puede conseguir, son precisamente de las que los suyos carecen. Nunca le parece suficiente, y cada bocado que se mete a la boca, es un trago amargo que engulle por los que dejaron atrás y que posiblemente aún sigan padeciendo las carencias. No dudo que pueda existir el caso, pero creo que no podemos generalizar con un tema tan delicado, al menos a mi me duele que se vea al que viene de fuera así, pues ni por asomo refleja la totalidad de la realidad que les rodea. Es un problema del individuo no de un colectivo. Cada casa es un mundo.
    Besos
    Carmen

    ResponderEliminar
  6. Carmen, tienes razón todos y cada uno tienen sus razones legítimas. Pero hay una parte literaria y exagerada; quizá literatura/poesía y exageración van demasiado juntos. Tampoco quería caer en el tópico del probrecito inmigrante que viene a ser explotado a nuestras tierras.

    Cierto es:
    1- Vienen a nuestro país a hacer trabajos que los de aquí no quieren hacer.
    2- Pero también vienen a beneficiarse de una sanidad y educación más que aceptable comparada con la de ellos y que a nosotros nos ha costado guerras, no nos la han regalado y hemos luchado por ellos.
    3- También junto con los desgraciados parias se ha venido lo mejorcito del este: matones, chulos, traficantes que se han unido a lo que ya teníamos. Suceden tiroteos -que salen en pequeñito en la prensa- de rumanos, kosovares, etc. por droga y prostitución.
    4- Y todo esto lo único que hace es favorecer el bajo salario a los de aquí, por el miedo de "que venga uno de fuera".

    Esta es la voz de muchos, creo, pero que parece que hay miedo a decirlo. Muchas veces mi queja con Andrés y con otros (lejos de ser xenófoba) va en el sentido de que es muy cómodo endeudarse por 3000 o 6000 euros por una patera y entrar ilegalmente en mi país. Cotizar el mínimo y luego claro quejarse.

    ¿Por qué no se quedan en su país y luchan por tener lo que tenemos? De Marruecos llegan y se afilian a un sindicato, tienen colegio, farmacias, tiendas y poder adquisitivo, sí.

    No me da envidia pero mi teléfono móvil tiene ya 6 años y veo muchos emigrantes (pobrecitos) con teléfonos muchos más buenos que el mío de empresa. Sí, viven 15 en un piso, sí están en el locutorio y trabajan en lo peor, sí. Pero también muchos regentan negocios florecientes ya. Y en algunos ya no puedes entrar porque eres mal recibido. Esto me pasó el otro día en una tienda que fui a comprar un alimentador para móvil. Era negros (no de color). Es triste sentirte extranjero en tu país y yo pago impuestos cada mes.

    Muchos de estos emigrantes envían sus dineros al otro lado. Con la diferencia monetaria se genera poder adquisitivo allá. Imaginé la historia de una pobre chica a la que explotan aquí (trabajo mal pagado) y allí, pues se patean el dinero que les mandan. Algo he oído de eso.

    Gracias una vez más Carmen, por tu aportación crítica, pues no esperaba menos, je. Volviendo a lo de antes, emigrar es lo último, es triste, pero en el pelotón hay de todo, como en botica.

    Manel

    ResponderEliminar

Gracias por tu colaboración.